Sólo en la medida en que aprendemos a vivir Aquí y Ahora, recibiendo lo que llega y soltando lo que se va, podemos fluir en el Río de la Vida.
Muchas religiones profesan de manera inconsciente un odio implícito a la vida. Ellos han puesto un cielo en el “más allá” como un ideal fantasioso, descuidando su existencia en el “más acá” de manera absurda.
Estas personas desprecian el cuerpo y lo someten a toda clase de privaciones y ayunos. Desprecian el sexo porque el sexo es vida, desprecian el mundo y por ello sueñan con proyecciones astrales, todo lo que sea, con tal de escapar de este mundo que les resulta insoportable.
Odian el mundo, son incapaces de vivir en el Ahora y su mente siempre está ansiosa por escapar a un futuro mejor. Ellos se desensibilizan, se anestesian con sus cánticos y rituales muertos, para evitar entrar en contacto con sus emociones. No quieren sentir el dolor emocional, por ello entran en conflicto con él y lo reprimen, sin saber que lo único que logran es alimentarlo y hacerlo más fuerte.
Sus religiones son una evasión diaria al momento presente. Viven atados al pasado o al futuro por medio de una doctrina muerta que desprecia el Aquí y Ahora. Desconfían de su propio Ser, por ello son adictos a los “libros sagrados” y a los gurúes y pastores que se erigen a sí mismos como una autoridad terrenal.
Es en el presente donde confluye el Universo. Aquí y Ahora se te está dando todo. Tu cuerpo mismo está hecho de polvo de estrellas, eres uno con el Todo, eres el Cosmos. Pero ellos no pueden verlo, están ciegos en su afán de escapar de la realidad.
Sólo en la medida en que aprendemos a vivir Aquí y Ahora, recibiendo lo que llega y soltando lo que se va, podemos fluir en el Río de la Vida. Para hacer esto no necesitamos libros ni doctrinas. No hay nada que aprender y nada a lo que debamos adherirnos. En realidad se trata de soltar y de hacer cosas tan sencillas como advertir nuestra respiración, darnos cuenta de nuestro caminar, observar los pensamientos y sentir las emociones que surgen como nubes flotantes y que se disuelven ante el fuego de la Consciencia. Hacer estas cosas es volver a la vida, celebrar la vida, Ser la vida. Todo lo demás: el filosofar sobre la vida, seguir a otros o despreciar el momento presente, es la muerte.
Vivir en el momento presente, al principio puede ser una experiencia angustiante, pero al poco tiempo nos daremos cuenta de cómo el dolor se disuelve y empezamos a experimentar un fluir constante y una confianza total en que este momento siempre es perfecto Aquí y Ahora, porque este momento –sin importar cómo se presente- trae la experiencia exacta que necesitamos para Despertar a la Vida.
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