Una vida entera de búsqueda del propósito existencial, desde la imparcialidad, te lleva a un encuentro inesperado con la Verdad que todo lo desenmascara. La grandeza de la vida, la inseparable dualidad del ser, el interrogante natural del por qué la vida y el espíritu escudriñador y descubridor del verdadero investigador, le lleva a contactar, más tarde o más pronto, con realidades que le van acercando hacia el objetivo anhelado en su fuero interno. Todo depende de tu deseo interno.
Una voz más allá de lo racional dijo una vez: “que sorpresa se llevarán algunos cuando al final comprendan que todo dependió de ellos”. En cierto modo puede quien quiere, llega quien quiere llegar, descubre quien quiere descubrir, se mejora quien quiera mejorar, o quizá habría que cambiar querer por determinar, verbo más concluyente y expresivo. Así sería, “lo consigue quien se determina a conseguirlo “.
Pensamiento, sentimiento y acción conjuntados obran maravillas. Las sensaciones suelen producir deseos y pensamientos, que conllevan sentimientos, los cuales promueven acciones en pro de lo deseado. La constancia consigue resultados. Pero…
En todo ser mora una fuerza impulsora, una energía que es sabia e inteligente. Ésta mueve, produce sensaciones internas, las cuales, en el ser humano, advierten al cerebro de que algo hay que alcanzar, algo hay que realizar. La vida te impulsa a no estar quieto, estancado. La naturaleza aborrece el vacío, la quietud y estancamiento. Desvelar el misterio de la propia vida está en comprender y en parte conocer la llamada o razón de esa Energía. Una energía creadora en sí que puede ser no interferida y resultar exitosa en sus propósitos constructivos, o como suele suceder, no ser entendida, mal calificada y desviada en la inmensa mayoría de casos, hacia logros, inadecuados, guiados por el pensamiento.
El pensamiento no puede, no debe sustituir a la intuición ni al instinto. Estos en fase animal hacen que un pájaro madre alimente, semanas, a los polluelos de su nido, o que una perra limpie a sus perritos en el momento de nacer. La energía en todo ser es inteligencia codificada y en el caso humano adquiere un sentido trascendente, gracias a la ayuda del pensamiento dirigido por el Conocimiento.
El pensamiento-acción es la palanca que puede levantar la enorme piedra de las dificultades, pero el Conocimiento es la teoría aprehendida, la base de toda acción óptima y efectiva. Pues no se trata, en cierto modo, de aprender a hacer, para conseguir, sino más bien aprender a no interferir, a no bloquear a la energía que de por sí se dirige hacia la manifestación y consecución de todo lo mejor para uno. Ella nos lleva hacia el buen estado físico y psíquico. Nos habla con el cansancio que debemos atender, o con la incomodidad que hay que evitar; a veces nos habla con sentimientos, a veces con deseos, etc. etc.
La Energía limpia, cura y transforma, es la Fuerza Divina o Poder que te sana, sin importar que lo creas o no, siempre y cuando tus interferencias no traspasen ciertos límites. El poder no está en tu pensamiento, como algunos han vociferado, está en la Energía Creadora en ti. El poder está latente en la “máquina humana” y necesita del conocimiento para su buen despliegue. El Conocimiento, más relevante que el pensamiento, es el que capacita al individuo a no interferir en el proceso natural de vida y obtener así lo mejor para sí mismo.
La Energía es el potencial creador que hay en ti, el Conocimiento es el modo de saber llevar a feliz término la Realidad prediseñada y/o deseada. La Energía es innata, el Conocimiento es adquirido.
Así pues, infórmate, fórmate, en salud y asuntos trascendentes, ello es esencial y lo primero para la prosperidad de tu vida. Por eso está escrito: “Conocimiento es Poder”. La Energía es el Poder de Dios en ti.
Fran
Fuente: Mira dentro de ti...Despierta
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