Para el sabio, la vida no es sino un acuerdo con los movimientos del cielo; la muerte, una faceta de la ley universal del cambio.
Si descansa, comparte los ocultos poderes del Yin; si trabaja, se mece en el oleaje del Yang.
No busca ganancias y es invulnerable a las pérdidas; responde sólo si le preguntan; se mueve, si lo empujan.
Olvida el saber de los libros y los artificios de los filósofos y obedece al ritmo de la naturaleza.
Su vida es una barca que conducen aguas indiferentes; su muerte, un reposo sin orillas...
El agua es límpida si nada extraño a ella la obscurece; inmóvil, si nada la agita; si algo la obstruye, deja de fluir, se encrespa y pierde su transparencia.
Como el agua es el hombre y sus poderes naturales.
Chuang-Tzu de Octavio Paz
No hay comentarios:
Publicar un comentario