El universo es un solo despliegue dinámico y multiforme de materia, entendimiento, inteligencia y vida.
El universo entero se centra en sí mismo para dar lugar, a través del tiempo, a la existencia de cada molécula, cada bacteria, cada animal, cada planta, cada planeta, cada galaxia o a cada persona.
No existe cosa alguna que no tenga detrás la historia entera del universo.
Si pensamos en un ser humano, vemos que procede de su padre y de su madre, que a su vez provienen de cuatro abuelos. Toda la información genética aportada por los ancestros se halla comprimida en el núcleo de cada célula del cuerpo actual.
Si retrocedemos en el tiempo hasta el primer vertebrado, comprobamos que nuestros pulmones deben su existencia a la vida de un pez determinado, hace cientos de millones de años.
El proceso de construcción de los pulmones a lo largo de todo este tiempo se reproduce a toda velocidad durante la gestación de cada individuo.
Lo mismo se puede decir de los procesos por los que digerimos la comida, que aparecieron sobre la Tierra hace unos dos millones de años.
Miles de millones de años de vida del universo están presentes y se reproducen en cada uno de nosotros.
No se trata únicamente de una transmisión de información genética o de cualquier otro tipo, sino de energía y de capacidad para la acción. Disponemos de la energía que nos ha proporcionado la última comida, pero esta energía procede del sol, que es absorbida por la Tierra y transformada por las plantas. La energía del sol procede a su vez de los átomos de hidrógeno, que obtuvieron la suya del nacimiento del universo. Por eso se puede afirmar que el centramiento es la cualidad del universo de reproducir su propia existencia y mantener sus principios de funcionamiento en cada una de las cosas y seres a los que da a luz.
Si cada ser humano toma conciencia de los principios de continuidad y centramiento, su identidad personal puede construirse sobre una base firme y compartida con el resto de la humanidad. Las ideologías particulares –a menudo separadoras y creadoras de conflicto– pueden ser superadas o reconsideradas en su importancia relativa.
Todo lo que hay en el universo tiene el mismo origen. Los elementos que constituyen el cuerpo humano, una planta o una estrella provienen del mismo fenómeno energético y forman parte de ese fenómeno.
El universo es un solo despliegue dinámico y multiforme de materia, entendimiento, inteligencia y vida. Grandes pensadores lo han intuido, pero ahora nosotros lo sabemos empíricamente. Somos los primeros seres humanos que al contemplar el cielo podemos ver el nacimiento del cosmos.
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De "Las Enseñanzas del Universo" de Natalia de la Torre, en Integral
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