VIVIR ES PREPARARSE PARA LA VIDA



Casi todos los frutos de la meditación se perciben fuera de la meditación. 

Algunos de estos frutos son, por ejemplo:

una mayor aceptación de la vida tal cual es, 
una asunción más cabal de los propios límites y de los achaques o dolores que se arrastren, 
una mayor benevolencia hacia los semejantes, 
una más cuidada atención a las necesidades ajenas, 
un superior aprecio a los animales y a la naturaleza, 
una visión del mundo más global y menos analítica, 
una creciente apertura a lo diverso, 
humildad, 
confianza en uno mismo, 
serenidad… 

La lista podría alargarse. En la práctica constante de la meditación se comprueba que si has roturado tu conciencia, a conciencia, y te has abonado bien, todo crecerá espléndidamente. 

Vivir es prepararse para la vida. Todo esfuerzo que se invierte en uno mismo da fruto tarde o temprano. Claro que los frutos suelen tardar en cosecharse, pero se cosechan, vaya que si se cosechan: que se lo digan a los artistas que, tras largos años de formación, dan a luz, graciosamente, como si nada, una obra maestra. No ha sido graciosamente, no ha sido como si nada. 

El tronco tenía raíz, la fruta estaba madura.


Pablo dOrs en Biografia del silencio

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