Tulku Thondup
Todos podemos obtener sustento y calor del poder majestuoso y paternal de las montañas, de las generosas luces del sol y la luna, de la vasta presencia del océano. La verdadera fuente y el objetivo final del despertar espiritual está en la mente, no en la naturaleza. Sin embargo, la naturaleza puede proporcionarnos un gran bienestar. Apreciar la naturaleza nos ayuda a salir de nosotros mismos y olvidar las preocupaciones.
Cualquiera de nosotros puede abrirse a la naturaleza con muy poco esfuerzo. Con sólo abrir los ojos y los sentidos, la intensa belleza del mundo natural nos acerca más a nuestro verdadero yo. Cuando abrimos la conciencia, vamos hacia la verdadera naturaleza de la mente.
Yo tomé conciencia del poder tranquilizador de la naturaleza cuando era muy joven, en el Tíbet. El viento que soplaba por entre los árboles y en los valles era como música, los ríos entonaban su propia canción. Hasta el silencio total parecía una especie de música.
Yo tomé conciencia del poder tranquilizador de la naturaleza cuando era muy joven, en el Tíbet. El viento que soplaba por entre los árboles y en los valles era como música, los ríos entonaban su propia canción. Hasta el silencio total parecía una especie de música.
Todos podemos obtener sustento y calor del poder majestuoso y paternal de las montañas, de las generosas luces del sol y la luna, de la vasta presencia del océano.
Aunque vivamos en un barrio o una ciudad superpoblados, la naturaleza está presente en una hoja que ha caído en la acera o en la humedad, de un seto después de llover. Dondequiera que nos encontremos, sobre nosotros siempre está la maternal y tolerante amplitud del cielo y el espacio.
No es necesario que comparemos la naturaleza con nada. La naturaleza puede calmarnos y consolarnos, pero en realidad está más allá de las metáforas y los conceptos. Utilizamos palabras para describirla, pero la experiencia más pura de la naturaleza consiste en ser simplemente consciente de ella tal como es.
La naturaleza carece de límites, etiquetas, presiones o tensiones. Si disfrutamos de ella de una forma abierta, con una conciencia sencilla, podemos suavizar los muros de nuestras discriminaciones y nuestros apegos mentales.
La naturaleza carece de límites, etiquetas, presiones o tensiones. Si disfrutamos de ella de una forma abierta, con una conciencia sencilla, podemos suavizar los muros de nuestras discriminaciones y nuestros apegos mentales.
Es posible que a veces nos sintamos solos o desamparados en medio de la inmensidad de la naturaleza. Ello se debe a que nuestro pequeño «yo» se acuerda de sí mismo. En lugar de preocuparnos por eso, seamos amables con nuestros sentimientos. En realidad ese desamparo debería alegrarnos. Si nos relajamos sintiendo la soledad, puede producirse un despertar. En muchos aspectos la naturaleza nos ayuda a reducir nuestro apego al yo.
Según el budismo, el mundo físico, incluido nuestro cuerpo, está formado por cinco elementos: tierra, agua, fuego, aire y espacio. Contemplar las cualidades positivas de esos elementos en la naturaleza, ya sea en forma de árbol, flor o mar, es una forma natural de curarse.
Tulku Thondup en "El poder curativo de la mente"
La madre tierra lo tolera todo majestuosamente, lo bueno y lo malo, lo fuerte y lo débil. La tierra está presente para todos durante la prosperidad y la esterilidad por igual. La tierra está serena cuando brilla el sol y cuando estalla una tormenta, permanece inalterable ya sea de día o de noche. La tierra es nuestra sólida base, nuestro hogar.
Con cariño y respeto, siéntate o tiéndete boca arriba sobre una superficie de tierra, arena o roca. Tócala con las manos o con los pies. Siente su solidez, su fuerza y su majestuosa naturaleza. Al contemplar y sentir su fortaleza y su estabilidad, tu mente adquiere espontáneamente esas cualidades. Imagina que todas las energías negativas del cuerpo que te causan preocupaciones, inseguridad e improductividad son eliminadas. Fúndete con la infinita fuerza de la naturaleza. Agradece esa energía curativa, la tolerancia y la generosidad de la tierra que nos sostiene. Concentrarse en el carácter intrínsecamente fuerte y sólido de la tierra es beneficioso para las personas que tienen una mente hiperactiva, soñadora, flotante o débil, o que carecen de sentido común, concentración, disciplina o un rumbo sólido.
Contempla la naturaleza del agua: serena, fresca, purificante, sintetizadora, armonizadora. Disfruta observando el fluir de un río, que es a la vez consistente, fuerte e infinitamente armonizador y sintetizador. Contempla la inmensidad del mar; deja que tus sentidos se empapen del reconfortante aire y del sonido y la visión de las incesantes olas. Observa el movimiento de las olas, siente su energía, su belleza al ascender y descender alternativamente.
Cuando bebas agua, experimenta plenamente la satisfacción de saciar la sed. Al tocarla, siente su pureza. Cuando te bañes o nades, percibe su naturaleza tranquilizadora y su acción purificadora.
Cuando llueva, siente la naturaleza tranquilizadora de la lluvia. Siente que ésta nutre tu vida y tu crecimiento.
Siéntate tranquilamente junto a un lago o un arroyo, y tu mente obtendrá claridad y tranquilidad. La pureza del agua despierta en nosotros un sentimiento de respeto. Si no tienes a tu alcance ningún cuerpo de agua que te inspire, visualiza que estás sentado en un paisaje que proporcione sentimientos apacibles a tu mente. A las personas que les cuesta ser constantes, unificar su vida o llevar a cabo sus planes, les ayudará contemplar la constante y tranquila energía del agua, su capacidad intrínseca de nutrir la vida y mantener las cosas juntas.
El fuego destruye, pero también genera. El calor y la luz permiten que la vida crezca, florezca y madure.
Cuando medites, concéntrate en el enérgico, poderoso y resplandeciente carácter del fuego.
En la vida cotidiana, alégrate del calor, la luz y la penetrante energía del sol. Imagina que el fuego curativo transforma o quema todas la energías negativas o muertas y los problemas de tu vida.
Siente que tu mente y tu cuerpo están llenos del calor y la resplandeciente energía que hace madurar tus virtudes.
Siente el calor y fúndete con él.
Imagina que todo el universo está lleno de la infinita energía del fuego y alégrate de su poder curativo.
Contemplar el calor intrínseco del fuego es particularmente beneficioso para las personas a las que les falta inspiración o motivación para cumplir sus metas y comprometerse plenamente en la vida.
El aire nos envuelve suavemente, asegurándonos la vida y la respiración. Sé consciente del aire en todas sus manifestaciones, de su quietud y de su variedad. Agradece la energía del viento potente, capaz de llevarte por el cielo, y la suave brisa que acaricia amorosamente tu cara y tu cuerpo.
Concéntrate en tu respiración y sé consciente de cada uno de sus movimientos, como si el universo y tú fuerais una sola cosa en la apacible serie continua de la respiración.
Observa y siente la sorprendente naturaleza del aire, tan ligero y capaz de impregnarlo todo.
Imagina que, con sólo tocarte, el aire curativo extrae de tu cuerpo y tu mente todas las energías negativas y todos los problemas, que desaparecen sin dejar rastro.
Imagina que estás lleno de la penetrante energía y la liviandad del aire.
Sentir la liviandad intrínseca y el movimiento del aire (en la vida cotidiana o en ejercicios de visualización) puede inspirar a las personas que se sienten lentas, pesadas, adormiladas, perezosas o carentes de inspiración. Sin embargo, aquellos que tengan una mente excitable y excesivamente rápida deben ser muy hábiles y equilibrados al utilizar la energía curativa del aire.
Contemplando la amplitud del espacio, el único elemento no físico, podemos experimentar la amplitud de nuestra propia naturaleza.
El espacio es vacío e inmaterialidad. El espacio proporciona sitio a todo lo demás, incluidos los otros elementos físicos.
Contempla un cielo azul y siente su naturaleza inmaterial.
Observa y siente su inmensidad y su infinitud.
Sé consciente, con tu cuerpo mortal, del espacio y la amplitud más allá de preguntas y explicaciones, más allá de cualquier tiempo y lugar.
Olvida tus pensamientos y preocupaciones, y fúndete con la naturaleza del cielo.
Contemplar el cielo hace sentir una gran paz, especialmente si se hace desde un lugar con una amplia vista y en un día claro. No obstante, cualquier imagen del cielo puede proporcionar paz. Contemplar el cielo nocturno, sobre todo cuando está despejado, también nos ayudará a obtener un estado mental meditativo. En el infinito cielo hay espacio de sobra para nuestro sufrimiento.
Expulsa todo tu dolor, tus tensiones y tu apego hacia el espacio. Imagina que todas tus preocupaciones y tus pensamientos negativos desaparecen allí, como niebla o nubes que se dispersan sin dejar rastro. Valora los sentimientos de bienestar que surjan en ti.
Los árboles pueden ser una gran fuente curativa para la mente. Buda experimentó la amplitud total de la iluminación mientras estaba sentado a la sombra de un árbol. Contemplar la belleza de los árboles es una forma sencilla de conectar con la energía curativa de la naturaleza.
Primero considera las características de un árbol: su aspecto inalterable y eterno; su resistencia al viento, las tormentas y el sol; su capacidad para soportar el frío y el calor; su belleza bajo la nieve y la lluvia; su vitalidad.
Contempla con atención la masa de hojas, que quizás esté salpicada de flores, frutos o semillas.
También puedes observar detenidamente una sola hoja o un fruto, y apreciar su sorprendente belleza y su vitalidad.
Las raíces de los árboles están ancladas en el suelo. Aprecia la fuerza y la estabilidad de los árboles, inamovibles como montañas. Aprecia también su flexibilidad.
Sus ramas se mueven y agitan al viento con elegancia, de día y de noche, como si ejecutaran una danza festiva más allá de conceptos y nombres.
Sé consciente de lo fuertes, hermosos y magníficos que son los árboles. Eso hará que crezcan dentro de ti, espontáneamente, sentimientos de generosidad y fuerza.
También puedes obtener energía curativa de un árbol sentándote bajo él o rodeando su tronco con los brazos. El árbol está conectado con el poder de la tierra a través de sus raíces, y a las fuerzas del cosmos a través de sus hojas y ramas. El tronco es un puente viviente entre las fuerzas solares, arriba, y la tierra, abajo. Las ramas, que se extienden hacia fuera, representan la naturaleza generosa y receptora del árbol.
Pídele al árbol, en silencio, que te permita experimentar la energía de su naturaleza. Luego, mientras acaricias suavemente el tronco, siente que conectas con esa energía natural y siente tu propia energía positiva creciendo dentro de ti. Reconoce las energías curativas que percibas y alégrate de cualquier sentimiento positivo que surja en ti. Descansa recreándote en esos sentimientos, dejando que tus ideas y pensamientos se disuelvan en la energía del momento. A cambio, ofrécele al árbol tu aprecio y tu amor.
Puedes obtener energías curativas de todas las creaciones de la naturaleza basándote en los principios de este ejercicio. Cuando contemplamos relajadamente nuestro mundo, deberíamos valorar el poder y la inmensidad de toda la naturaleza sin intentar dominarla ni capturarla
Tulku Thondup en "El poder curativo de la mente"
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