Los dos polos de la energía cósmica son yang, positivo, y yin, negativo. El arte de vivir no se considera como algo unido a yang y apartado de yin, sino como el equilibrio entre ambos, ya que no puede existir el uno sin el otro.
La clave de las relaciones entre yang y yin se denomina hsiang sheng, surgimiento mutuo o inseparabilidad. Nunca existe la posibilidad última de que uno venza al otro porque son como amantes en pugna más que enemigos en lucha. Una expresión china para referirse a la relación sexual es hua chen, que significa "combate florido". El acto sexual no es una guerra, sino una potenciación y generación mutua, donde lo que penetra no puede existir sin lo penetrado y viceversa.
Para nuestra lógica occidental resulta difícil pensar que ser y no ser son mutuamente generador y sustentador de energía. No aprehendemos con facilidad el hecho de que el vacío es creativo, ni que el ser emana del no ser, al igual que el sonido emana del silencio y la luz del espacio. Es imposible concebir forma alguna sin el componente del espacio relativamente vacío.
El principio yin-yang no es lo que corrientemente llamamos dualismo. En todo caso se trata de una dualidad explícita que expresa una unidad implícita. Estos dos principios no se oponen como el Ormaz y el Ahrimán de Zaratustra sino que son amantes antípodas, y resulta curioso que su emblema sea la doble hélice, que es al mismo tiempo el modelo de la comunicación sexual y de la galaxia en espiral. Dice Zhuangzi:
"Quienes dicen poseer el bien sin su correlativo, el mal, o un buen gobierno sin su correlativo, un mal gobierno, no comprenden los grandes principios del universo ni la naturaleza de toda la creación. Es lo mismo que hablar de la existencia del cielo sin hablar de la tierra, o del principio negativo sin el positivo, lo que resulta claramente imposible."
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