Un hombre muy ocupado escuchó hablar de un sabio lama y se decidió a visitarle. Era un destacado comerciante, pero también tenía algunas inquietudes espirituales. Así que decidió ir a conocer al lama.
-Siento inclinaciones espirituales, a pesar de que paso mís días ocupado en mis negocios. He venido a veros, pues creo que escuchar algunos de vuestros sabios consejos me permitirá crecer espiritualmente.
-Lo primero que he de decirte es que sería conveniente que empezaras a interesarte de verdad por la vida espiritual, pues ya no eres un jovenzuelo. No alcanza con que tengas algunas inclinaciones espirituales, sino que deberías comenzar a practicar -replicó el lama.
-Me encantaría hacerlo, y lo he intentado, ¡pero estoy tan ocupado! Mis obligaciones y ocupaciones consumen todo mi tiempo, y no me permiten dedicarme a las prácticas espirituales. Ojalá pudiera dejar de hacer todo ello y dedicarme a la meditación -se lamentó el hombre.
-Estoy seguro de que tú sabes muy bien lo que haces -dijo apaciblemente el maestro-. Sólo que cuando mueras (y la muerte llega sin aviso), tu lápida rezará: “Aquí yace un hombre que supo llenar su vida de inútiles actividades”.
Autor desconocido
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