La meditación es confianza. El verdadero meditador es aquel que confía plenamente en la fuerza y de algún modo vive entregado a ella. El meditador vive en la libertad, la ligereza y el asombro que otorga el presenciar a cada paso como la fuerza dirige al cuerpo-mente.
Si te sientas a meditar observando la respiración sin intervenir, puede que descubras con asombro una fuerza que la lleva a cabo; que te quedes perplejo presenciando como esta fuerza respira a través del organismo.
A medida que dejas de sentir que se necesita de tu intervención o esfuerzo para llevar a cabo la respiración, la posibilidad de descubrir a la fuerza respirando se va haciendo cada vez más real.
Te sientas a observar como la fuerza genera este movimiento de entrada y este movimiento de salida del aire. En la observación vas cediendo el control de la respiración y esta fuerza va tomado el mando de un modo más armónico, relajado y sabio.
Un acercamiento al arte de la meditación podría ser el tratar de conocer a esta fuerza que respira, interesarse cada vez más en esta fuerza que lleva a cabo la respiración. Tratar de conocer a esta fuerza es observarla, hacerse cada vez más consciente de ella, actuando. Así es como se va aprendiendo a confiar en ella y en su buen hacer.
Meditación tras meditación, irás conociendo más y mejor, en vivo y en directo, a la fuerza que respira y su forma de respirar. Cada vez habrá más confianza en la fuerza, lo que permitirá un mayor descanso y alivio en la observación. Sentirás que la respiración del organismo está en buenas manos cuando contemplas a la fuerza funcionar. Así aprendemos a confiar en la fuerza que respira.
Esta fuerza que lleva a cabo el proceso de la respiración está llevando a cabo todos los demás procesos en el cuerpo-mente. Esta fuerza está llevando a cabo el latido de tu corazón en este mismo instante. Está favoreciendo que cada órgano y que cada célula realice sus funciones. Pero también esta fuerza es la que lleva a cabo los procesos mentales, los pensamientos de los cuales se derivan los actos y los patrones de comportamiento del cuerpo-mente y, por supuesto, también promueve los estados emocionales.
La calidad de estos patrones de pensamiento, de comportamiento, de estos actos y emociones que se manifiestan en y a través del organismo dependerá de hasta qué punto confiamos o no en esta fuerza, de hasta qué punto le cedemos el control, de hasta qué punto nos quitamos de en medio para que la fuerza pueda actuar con mayor libertad a través del cuerpo-mente. Es decir, a medida que se disuelve la sensación de control, aumenta la confianza. A medida que aumenta la confianza, aumenta la calidad del pensamiento y del comportamiento. Se darán menos pensamientos, y los que surjan serán más funcionales y adecuados a la experiencia presente. Habrá menos contradicción en los actos y más comportamiento armónico y fluido.
Fuente: Datelobueno
No hay comentarios:
Publicar un comentario