La curación mediante la meditación no está limitada a una creencia religiosa determinada. Hoy en día muchos médicos educados según la ciencia médica convencional de Occidente recomiendan métodos tradicionales de meditación como medio para recobrar y mantener la salud física y mental.
Estas prácticas raramente reconocen la experiencia de lo que los budistas llaman la verdadera naturaleza de la gran amplitud, pero sí recomiendan la visualización y el desarrollo de una actitud positiva y de la energía positiva. La hipertensión arterial, en muchos casos provocada y agudizada por la tensión nerviosa, es una de las enfermedades que mejor responde a estos tratamientos alternativos.
Algunos médicos recomiendan concentrar la mente en los músculos que tenemos en tensión y luego distender a conciencia esos músculos para obtener alivio y relajación. Esta técnica se basa en el principio budista de reconocer un problema y despegarse de él. La curación es más eficaz si va acompañada de alguna creencia espiritual o experiencia en la meditación.
El doctor Herbert Benson, de la Facultad de Medicina de Harvard y creador de la Respuesta Relajante, dice: «Si usted cree profundamente en su filosofía personal o en su fe religiosa, si está comprometido en mente y alma con su visión del mundo, tiene más posibilidades de conseguir metas destacadas con el cuerpo y la mente sobre las que nosotros sólo podemos especular»
El doctor Bernie Siegel, cirujano y catedrático de la Universidad de Yale, describe algunos de los beneficios de la meditación: «Tiende a disminuir o normalizar la presión sanguínea, el pulso y el nivel de las hormonas del estrés en la sangre. Produce cambios en los esquemas de las ondas cerebrales, que presentan menor excitación... La meditación también aumenta el umbral del dolor y reduce la edad biológica del individuo... Es decir, reduce el desgaste de la mente y el cuerpo, ayudando a la gente a vivir mejor y más tiempo.»
Muchos periodistas, como Bill Moyers, han destacado la relación del cuerpo y la mente con la salud, Esto es lo que dice Moyers en su introducción al libro Healing and the Mind, basado en una serie de televisión: Creo que siempre me ha interesado la relación de la mente y el cuerpo porque me crié en una cultura que los separaba claramente... Sin embargo, en este mundo dividido entre la mente y el cuerpo, el lenguaje traicionaba continuamente las limitaciones de nuestras categorías. «La viuda Brown debe de haber muerto de pena; jamás estuvo enferma hasta que murió su marido.» Mis padres hablaban de nuestro amigo el tendero, que «había enfermado por culpa de las preocupaciones», y mitío Carl creía que reír podía aliviar las molestias mucho antes de que Norman Cousins publicara su relato sobre cómo combatía su grave enfermedad viendo películas de los Hermanos Marx y vídeos de Objetivo Indiscreto.
Últimamente la medicina occidental ha empezado a estudiar con mayor atención la relación entre cuerpo y mente, a examinar la conexión entre la mente, las emociones y la salud. En los años setenta los investigadores encontraron pruebas de la existencia de lo que llamaron neurotransmisores, unos mensajeros químicos que transportan información al cerebro. Algunos neurotransmisores, los llamados endorfinas y encefalinas, actúan como analgésicos naturales. Otros parecen estar relacionados con determinados estados mentales, como la ira, la alegría o la enfermedad mental.
Los investigadores siguen trabajando sobre las relaciones biológicas entre el cerebro, el sistema nervioso y el sistema inmunológico. La medicina occidental no es el tema de este libro, pero los descubrimientos en esta materia son muy interesantes. Los nuevos descubrimientos acerca de la mente y el cuerpo siempre son reveladores, y podrían beneficiar a mucha gente. Sin embargo, la idea central que hay detrás de esas investigaciones es en realidad muy antigua. El budismo ha creído en la importancia de la mente desde hace siglos, mucho antes de que se desarrollaran las teorías modernas sobre la biología molecular.
Tolku Thundop en El poder curativo de la mente
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