Había una vez, en cierto monasterio, un discípulo que era, además de un gran buscador, un hombre preocupado por el bienestar y la iluminación de los demás.
Consideraba que la liberación personal no era suficiente, que cada uno debía procurar que sus semejantes también la alcanzaran.
Un día, departiendo amigablemente con su venerable maestro y tras reflexionarlo con atención, le preguntó:
-¿Cómo es posible que un ser humano liberado pueda permanecer tan sereno a pesar de las terribles tragedias que padece la humanidad?
El mentor buscó la vía del ejemplo y la hipótesis para ejemplificar al máximo su punto de vista. Le dijo:
-Imagina que estás durmiendo. Sueñas que vas en un barco con muchos otros pasajeros. De repente, una tormenta comienza a averiar el barco, y éste comienza a hundirse. En ese punto del sueño te despiertas. Y la pregunta que yo te hago es: ¿Acaso te duermes rápidamente de nuevo para avisar a los personajes de tu sueño?
Fuente: Cuentos tibetanos
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