El médico suizo Philippus Aureolus Theophrastus Bombastus von Hohenheim, mejor conocido como Paracelso, revolucionó la medicina con una teoría que se opuso a Galeno y a Avicena, cuyas teorías todavía dominaban la práctica médica en el Renacimiento.
Paracelso además de médico fue alquimista, teólogo y un filósofo de la naturaleza, en sus viajes recuperando un tesoro de sabiduría folclórica (muchas de la creencias sobre ninfas, gnomos, pigmeos, sílfides y demás seres elementales nos vienen de Paracelso).
La base de sus importantes innovaciones médicas no vinieron de lo que hoy llamamos el método científico sino de su propia intuición, lo que llamaba lumen naturae, una especie de fusión o simpatía con los elementos de la naturaleza. Según Paracelso existen dos tipos de conocimientos verdaderos en este mundo, uno es eterno y el otro temporal: «El eterno surge directamente de la luz del Espíritu Santo, y el otro directamente de la Luz de la Naturaleza». En este sentido la lumen naturae es como la luz de la luna que refleja la luz del sol, que representa la luz divina del espíritu. Es esta luz la que el médico debe aprender a distinguir y seguir en su práctica cotidiana.
Paracelso estableció una nueva teoría médica basada en cuatro pilares: la filosofía, la astronomía, la alquimia y la virtud o moral. El fundamento de esta teoría era la filosofía, la cual Paracelso concebía como un conocimiento de la naturaleza. De hecho Paracelso escribió que la naturaleza era un libro y que el hombre debía leer este libro (un libro sumamente superior a los libros de medicina pero comparable a la Biblia en tanto a que era escritura divina). «¿Quién es mejor maestro en esto [en la medicina] que la naturaleza misma?», escribió. «Ahora que hemos concluido que el médico debe ser educado por la naturaleza, debemos de preguntarnos, ¿qué es la naturaleza sino la filosofía? ¿Qué es la filosofía sino naturaleza invisible?».
En otras palabras, la naturaleza comunica y hace visible los principios filosóficos del cosmos, es la encarnación de la verdad y, por lo tanto, es un insuperable libro para aprender filosofía. Filosofía que es esencial para la medicina holística e integral de Paracelso, donde el médico debe conocer el macrocosmos para entender sus acciones en el microcosmos, es por eso que la astronomía es el segundo pilar de su teoría médica.
«Esto es la filosofía: las cosas están en el ser humano de la misma manera que están afuera, intangiblemente, como si uno estuviera mirándose en un espejo», escribió.
Como se señala en la introducción a la obra Paracelsus -Essential Theoretical Writings, el médico suizo atribuye a la teoría del microcosmos y el macrocosmos un poder curativo superior a la teoría de los humores y de aquí deriva también la noción de que lo similar trata a lo similar, como queda patente en la doctrina de las signaturas y en la espagiria médica.
El macrocosmos está representado por las estrellas –que existen también en el interior del hombre–, las cuales son considerados como el aspecto maternal y los elementos representan el microcosmo o el aspecto maternal. Los primeros (astra) realizan un papel activo, generativo y transformador y los segundos son pasivos. El médico debe conocer lo mismo el texto de la naturaleza que el texto del firmamento, para poder incorporar a su práctica el conocimiento de la relación entre el cielo y la tierra, las afinidades de los distintas fuerzas planetarias con las diferentes plantas y minerales. En suma, el médico debe de ser un sabio, un filósofo y teósofo y no sólo un especialista –algo que entra en franca oposición con lo que es hoy la medicina. («La más importante de las cualidades que un médico debe poseer es Sapientia»). Es por todo esto que hemos querido rescatar la filosofía médica de Paracelso. Él mismo ya lo había diagnosticado hace 500 años:
"Han desertado completamente el camino indicado por la naturaleza, y construido un sistema artificial, el cual es sólo adecuado para estafar al público y socavar los bolsillos de los enfermos. Su poder está solamente en que su galimatías es ininteligible para el público, que tiene fe de que debe significar algo, y la consecuencia de esto es que nadie se les puede acercar sin ser engañado. Su arte no consiste en curar a los enfermos, sino en ganarse el favor de los ricos, estafar a los pobres y penetrar los aposentos de los nobles… Me denuncian porque no sigo su escuela; pero sus escuelas no pueden enseñarme nada que merezca saberse..
En cambio, el verdadero médico es el filósofo que:
"debe atreverse a usar su propia razón y no aferrarse a opiniones anticuadas y autoridades librescas. Debe poseer por sobre todas las cosas la facultad que es llamada Intuición, y que no puede adquirirse siguiendo ciegamente los pasos de otro; debe ser capaz de ver por su propia cuenta. Existen filósofos naturales y filósofos artificiales. Los primeros tienen un conocimiento propio; los segundos tienen un conocimiento prestado de los libros.
[…] Por el poder de la sabiduría el hombre logra reconocer la unidad del Todo y percibir el microcosmos humano en la contraparte del macrocosmos de la naturaleza. Todo lo que existe en el cielo y en la tierra también se encuentra en el hombre y todo lo que hay en el hombre existe también en el macrocosmos de la naturaleza. Los dos son lo mismo y difieren solamente en su forma. Esta es una verdad que debe ser percibida por todo verdadero filósofo, pero una inteligencia meramente animal o una inteligencia basada en la conjetura no lo logran entender. Aquella filosofía que está basada en la sabiduría –eso es, el reconocimiento de la verdad de una cosa– es la verdadera filosofía; aquella que está basada en la conjetura y en la especulación estéril es falsa; la primera es el oro verdadero; la segunda es una mera imitación la cual si se echa al fuego no dejará más que cenizas y azufre.
Aquel que quiere conocer al hombre debe verlo como una totalidad, no como una serie de fragmentos. Si encuentra una parte del cuerpo humano enferma, debe de buscar las causas que producen esa enfermedad y no sólo tratar los efectos externos. La filosofía –eso es, la percepción correcta y el entendimiento de las causas y los efectos– es la madre del médico y explica el origen de todas las enfermedades.
La naturaleza –no el hombre– es el médico. El hombre ha perdido la verdadera luz de la razón… Intenta capacitarte para que puedas seguir la naturaleza otra vez, y ella será tu instructora. Familiarízate con el almacén de la naturaleza y con los estantes en los que sus virtudes están almacenadas. Los caminos de la naturaleza son sencillos y no requieren prescripciones complicadas."
Fuente: Cadena Aurea
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