EL SILENCIO NATURAL


Deja de pensar en el silencio como ausencia de ruido (mental, emocional o externo a ti). Mientras sigas viendo el silencio como algo objetivo, algo que no está en ti pero que es accesible a través de una experiencia emocional, seguirás persiguiendo la proyección de tu idea. 

Si buscas el silencio es como si fueras montado en una moto acuática por un lago buscando un lugar silencioso y haciendo «brooom, brooom» al mismo tiempo, corriendo cada vez más como consecuencia de la ansiedad que te genera el no poder alcanzar ese lugar. No importa el tiempo que pases recorriendo el lago con la moto, pues nunca encontrarás este silencio. En realidad, no tendrías más que dar marcha atrás y apagar el motor, y lo conseguirías. Todo estaría tranquilo, muy silencioso. Cuando vuelvas a estar receptivo y relajado, regresarás a tu estado natural. A un estado natural de silencio

En la búsqueda espiritual, el cincuenta por ciento de la práctica persigue conducirte al silencio instantáneamente. Cuando te preguntas «¿quién soy?», si eres honesto, verás que esta pregunta te conduce instantáneamente al silencio. El cerebro no tiene la respuesta, así que de repente se hace el silencio. La pregunta debe llevarte a ese estado de silencio que no es fabricado, en el que fracasan tanto el pensamiento como la búsqueda de la experiencia emocional adecuada. 

Si preguntas «¿quién soy?» o «¿cuál es la verdad?», verás que estas cuestiones te conducen instantáneamente al silencio. Si te resistes a él, y la mayoría de la gente lo hace, en cuanto regresas a ese estado de silencio la mente se pone a dar brincos por todas partes buscando algo más, una respuesta conceptual o una imagen; es el mismo efecto que se crea cuando caen unas gotas de agua sobre una sartén con aceite caliente. 

El silencio natural, espontáneo e incontrolado, es un silencio sincero: rico y vasto. El silencio controlado está entumecido y es estrecho. Cuando el silencio es incontrolado te sientes muy abierto, te vuelves receptivo y la mente deja de imponerse. Se produce un regreso natural a tu verdadera naturaleza. Esta naturaleza no está en silencio: es el silencio. También podríamos llamarla nada o nadie. Cuando alcances la verdadera calma, habrás trascendido el silencio.

Adyashanti en La danza del Vacío

No hay comentarios:

Publicar un comentario