El perdón es el fruto de la comprensión. ¡Es porque queréis perdonar que podéis perdonar! Podéis tener mucha buena voluntad para perdonar y sin embargo no podéis perdonar porque la amargura está allí siempre, el sufrimiento está allí siempre. Incluso si sabéis que el perdón sería apreciado, no podéis perdonar, incluso si tenéis una buena dosis de buena voluntad. Para mí, el perdón debería ser el resultado de la mirada profunda, de la comprensión.
Sabed, durante los años setenta, ochenta, hemos recibido, en nuestra oficina de París, muy malas noticias de Vietnam y de los campos de refugiados. Una mañana, supe la historia de una pequeña, una “boat people” de once años. Ella había sido violada por un pirata, en el mar, y cuando su padre trató de interponerse, ellos le lanzaron al océano. Después de haber sido violada por el pirata, la pequeña se lanzó al agua y se ahogó.
Estas son las noticias que recibimos por correo esa mañana. Recibíamos frecuentemente esta clase de noticias.
Yo estaba enfadado. En tanto que seres humanos, tenéis el derecho de estar enfadados, pero en tanto que practicantes, no tenéis el derecho de no practicar.
No pude tomar mi desayuno, era demasiado para mí. Fui al bosque vecino a practicar la meditación caminando. Intenté entrar en contacto con los árboles, los pájaros, el cielo azul, para calmarme y comencé por sentarme y meditar. Y la meditación fue larga.
Durante la meditación, yo me veía como un muchachito, un bebé, nacido en la zona costera de Tailandia. Mi padre es un pobre pescador, mi madre es una mujer que no ha recibido instrucción y la pobreza habita nuestra casa desde muchas generaciones y crezco en ese medio. Cuando tengo catorce años, ha debido ir al mar con mi padre para ganarme la vida. Era muy duro. Y cuando mi padre murió, he debido retomar esto. Había otro pescador que me dijo que había muchos “boat people” venidos de Vietnam y, muy a menudo, traían sus riquezas con ellos, como oro y joyas. Si nos podemos aprovechar sólo una vez, cogeríamos un poco de oro y saldríamos de nuestra eterna pobreza. Siendo un pobre pescador sin instrucción, me dejo tentar y le acompaño para robar a los “boat people”, y cuando veo a un pescador que tiene una relación sexual con una mujer, fui tentado de hacer lo mismo. Miré alrededor de mí, no vi policía alguna, ninguna amenaza, y me dije a mí mismo: “Pruébalo sólo una vez”, y me convertí en un pirata violando a una muchachita.
Ahora, supongamos que estáis en este barco y que tenéis un fusil. Me disparáis y muero. No me ayudáis. Porque en mi vida, nadie me ha ayudado jamás. Nadie ayudó a mi padre, a mi madre. He crecido como un muchacho sin instrucción. Toda mi vida he jugado con muchachos delincuentes. He crecido así, como un pobre pescador. Ningún político me ha ayudado jamás. Ningún educador me ha ayudado jamás. Nadie me ha ayudado jamás y es por eso que me he convertido en pirata. Si me disparáis, yo muero.
Esa noche, durante la meditación, me he visto como pirata, como joven pescador convertido en pirata. He constatado que a lo largo de la costa tailandesa, esa noche, varios cientos de bebés han nacido y si hoy, nadie les ayuda a tener una instrucción, nadie les ayuda a tener una vida decente, entonces, pienso que esos cientos de bebés, en veinte años, serán piratas.
Cuando vi esto, mi cólera hacia los piratas descendió en mí. He comenzado a comprender que si hubiera nacido como ese muchachito, en un pueblo de pescadores, me habría convertido en pirata. Ahora, si me disparáis, moriría.
Cuando la comprensión entra en mi corazón, la cólera comienza a disiparse y en lugar de sentirme enfadado contra ese pescador, experimenté la compasión hacia él e hice el voto de hacer lo que estuviera en mi mano para ayudar a los bebés nacidos la noche última a lo largo de la costa tailandesa. Y la forma de energía llamada cólera se transformó en la energía de la compasión y esto fue posible gracias a la meditación. El perdón no habría sido obtenido sin esta forma de comprensión, y la comprensión es el fruto de la mirada profunda. Yo lo llamo meditación.
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