DOLOR Y VIDA

 


...

- Duele demasiado - fui capaz de pronunciar, mientras escupía agua de mar que me rascaba la garganta.

Gunnarr se había sentado en la playa y me abrazaba desde la espalda, restregando mi hombro derecho con cuidado para darme calor. Yo temblaba, estaba todavía demasiado aturdida como para levantarme e intentar caminar.

- En eso consiste la vida -me susurró al oído con la voz muy ronca-. Por fin lo has entendido. La vida es lo que sucede entre un dolor y el siguiente. Y estar vivo consiste en intentar, sin éxito, evitar el siguiente dolor mientras superas el anterior. Una y otra vez. El ingenuo cree que un día podrá detener la rueda, cuando se den las circunstancias adecuadas, cuando pueda controlar todas las variables: familia, salud, prosperidad..., pero eso no llega a ocurrir nunca. La vida entonces envía una nueva remesa de nuevos dolores con los que lidiar. Es un ciclo infinito. Ni yo, ni mi padre, ni Lür, ni Lyra, ni Nagorno lo hemos detenido nunca. Da igual tu filosofía de vida, da igual que te aferres a esta o a aquella religión. Nadie se libra, porque en esto consiste vivir, pero es tan crudo que preferimos ignorar la realidad y soñar con una posible futura felicidad plena, que por supuesto, nunca, jamás alcanzamos.

- ¿Y qué puedo hacer para que deje de doler? - insistí, completamente perdida.

- Deja de intentarlo, asume que siempre va a ser así: un dolor tras otro, tras otro, tras otro... Haz dura tu corteza, y que los dolores que vengan tengan que ser rivales a la altura de tu fortaleza, y que los dolores pequeños ni te turben. Y mientras tanto... hackea la vida, ríete de ella, finge que eres un humano más, sufriendo como todos, mientras te detienes a la orilla del camino, con disimulo, a recoger una piedra extraordinaria, o a levitar en un concierto, o a degustar la mejor cena con una compañía insuperable. Fabrícate tus pequeños momentos de alivio, porque nadie se va a encargar por ti, y mantén el perfil bajo cuando lo hagas, porque ni la sociedad ni la vida soportan ver a nadie permanentemente feliz; y, créeme, te lo harán pagar. Tendrá consecuencias, y el castigo te hundirá.

Cerré los ojos, saber que los tenía a ellos y que me querían me dio algo de alivio.
...

Eva García Sáenz de Urturi, en su último  libro, El camino del padre

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