Podemos entender la naturaleza como libro, en el sentido de que es una fuente continua de enseñanza; esa enseñanza será eficaz en la medida en que uno se coloque ante ella en situación de aprender, lo que quizá no es tan simple como en principio pueda parecer.
Por ejemplo, quienes hemos dejado la ciudad para ir a vivir al campo, hemos cometido, prácticamente sin excepción, los mismos errores. Cuando uno llega al campo, se pone a “organizarlo” todo, en lugar de dejar que sea la naturaleza la que le organice a uno. Antes de cambiar una piedra de sitio, habría que sentarse tranquilamente durante muchas horas y dedicarse a contemplar la piedra y el lugar en que se encuentra.
Por ejemplo, quienes hemos dejado la ciudad para ir a vivir al campo, hemos cometido, prácticamente sin excepción, los mismos errores. Cuando uno llega al campo, se pone a “organizarlo” todo, en lugar de dejar que sea la naturaleza la que le organice a uno. Antes de cambiar una piedra de sitio, habría que sentarse tranquilamente durante muchas horas y dedicarse a contemplar la piedra y el lugar en que se encuentra.
El problema es que creemos saberlo todo sobre la naturaleza y en lugar de leer el libro nos dedicamos a corregirlo y a escribir nuestro nombre en cada página; cuando nos queremos dar cuenta, el libro está tan lleno de garabatos que la lectura es imposible. Como libro, exige una actitud receptiva por parte del lector: mantenerse a la escucha, en silencio, a ver qué nos cuenta.
Pero con la maldita manía de la interactividad no hay sitio en el que no metamos las narices. Uno puede haber dedicado toda su vida al estudio de la naturaleza, estar al tanto de las costumbres sexuales de los escarabajos o conocer el número exacto de buitres que hay en una comarca, e ignorar, sin embargo, todo lo esencial. Son los fundamentos mismos de nuestra relación con la naturaleza, todo aquello de lo que no hablan los libros de ciencias naturales ni parece interesar a los grupos ecologistas, lo que es esencial plantearse.
Ahora bien, ¿un libro que hay que traducir? No sé. Creo más bien que la naturaleza tiene un lenguaje universal. En ese sentido la naturaleza es más como la música; no precisa traducción, sino escucha. Quienes la traducen son precisamente los que quieren dar cuenta de ella con categorías científicas y sociológicas, con cifras y rendimientos, los que hacen censos de árboles o animales, los que pregonan la gestión eficaz de los recursos, la planificación racional de los espacios y el desarrollo sostenible.
Si la naturaleza es un libro es, desde luego, un libro de poesía, no de economía, ni siquiera de biología, y, además, es anterior a la Torre de Babel.
Desde el punto de vista de las culturas tradicionales, diríamos que la naturaleza es una teofanía, una manifestación de Dios. Y como toda expresión que sale de Dios, es también posibilidad en tanto que camino de retorno hacia Dios. Saber eso está bien, pero quizá sea algo que hay que saber y, en cierto sentido, olvidar.
No niego esa idea, ni mucho menos, pero es fácil enlazar unas cuan tas frases rimbombantes acerca de Dios y su presencia en la naturaleza, y eso también tiene sus peligros. Sin duda, cada elemento de la naturaleza es una puerta que se abre hacia las profundidades. Si conseguimos penetrar con la mirada un poquito más allá de ese aspecto frontal e intuir de algún modo que realmente hay algo más por detrás, estaremos ahondando en lo real. Eso ya es mucho.
Tengo mis reticencias respecto a pretender ver a Dios en deslumbrante majestad detrás de cada árbol o cada roca… Al hacerlo, podemos estar levantando en nuestra mente una imagen falsa de Dios, un ídolo que nos impedirá ver tanto a Dios como al árbol. Veamos el árbol en su sencillez, dejemos que nos muestre su hondura, su misterio, pero sin demasiadas solemnidades ni aspavientos, y dejemos en paz a Dios, que aparecerá cuando tenga que aparecer.
Tener una visión espiritual de la naturaleza puede ser, creo yo, saber mirarla desde el interior de uno mismo, desde la propia alma, y dejarse fascinar por su belleza, que no está sólo en sus aspectos más espectaculares, sino en las piedras o las hierbas más corrientes, en los sonidos más comunes…
Agustín López Tobajas
El HOMO SAPIENS?? Es un superdepredador y la vision que tenga de la naturaleza siempre estará determinada por la visión mental que tenga de ella . Si la visión mental es productivista funcionara como un superdepredador y terminara arrasando con todo(visión actual predominante)si la visión es proteccionista-productivista jugara con conceptos como la sostenibilidad ,entelequia inviable creada exclusivamente con fines políticos ,si la visión es conservacionista va en contradicción con la esencia de la propia naturaleza ,ésta es todo menos conservacionista ,va mutando y cambiando continuamente y adaptandose con nuevas formas a las nuevas circunstancias sean positivas o negativas.La naturaleza busca sus propios equilibrios por encima y a pesar nuestro (sea comestible o no ) si nuestra mente prefiere verla como una forma de panteísmo ,le es indiferente ,si quiere verla como la representación del mismo Dios ,le es indiferente,si queremos arrasarla ,le es indiferente , porque no somos el centro del universo ,ni nuestra visión mental individual determina que es la naturaleza ,ella tiene su propia visión y guarda su propio equilibrio ajena a nuestras barbaridades como especie ,eso si ,en sus ajustes y equilibrios no representamos ningún papel protagonista eso solo está en nuestra mente.Somos un pez en una pecera pretendiendo dar una ponencia sobre el océano y realmente no tenemos ni idea ,ni tampoco sabemos si quiera que hacemos aqui ,ni porque hemos aparecido en este entorno tan maravilloso y hostil .Pienso que queda una visión ,llamemosle Espiritual ,sería esta una visión de contemplación ,de observación desafectada y respetuosa que sería posible quizá en otro mundo u otra dimensión ,pero en las sociedades que hemos creado con un pronóstico de casi 10.000 millones dentro de 100 años ,es inviable puesto que nos negamos a ejercer ningún tipo de autoregulación como especie, por lo cual mientras unos apostamos por la visión contemplativa ,otros se comen lo suyo y lo de los demás .Nos negamos a la sabiduria que la propia naturaleza nos ofrece ,no destruir el entorno que te mantiene vivo (lo contrario es estupidez)no depredar mas de lo que necesitas para sobrevivir(lo contrario es autodestrucción )Estas son las leyes básicas de un depredador inteligente,al incumplirlas vamos contra la sabiduria de la propia naturaleza osea contra nosotros mismos y así nuestro futuro será tan exiguo como un caramelo en la puerta de un colegio.Cuando le preguntan a un aborigen australiano ,porque no tienen mas hijos ,responde que el entorno donde vive y la zona del planeta donde habita ya no tiene futuro para ellos , por eso es absurdo reproducirse.El gusano de la procesionaria tiene mas sabiduría que el Homo sapiens.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu reflexión a propósito de esta entrada.
EliminarAl ser muy amplia y contener un punto de vista diferente y "realista", creo conveniente proceder a publicarla, si no te importa, en una próxima entrada para que llegue a mas personas esa opinión tuya. La titularé "Homo Sapiens ante la Naturaleza". Gracias.
Juan