LIBERARNOS DE LA FASCINACIÓN Y LA ANSIEDAD. Tarthang Tulku


El mundo es un sitio fascinante, lleno de belleza, de sensaciones maravillosas y de toda clase de atracciones casi irresistibles. Sin embargo, aunque estas atracciones continuamente llaman nuestra atención, rara vez nos dan una satisfacción duradera. Somos como pajarillos con los picos abiertos, siempre hambrientos. Y el hambre continúa, no cesa. Jamás estamos satisfechos, así que nuestra insatisfacción aumenta. Siempre hambrientos, nos atrae lo que los demás tienen; nos vemos atrapados en una incesante búsqueda y un continuo deseo de posesión que nos dejan exhaustos. 

Nuestra mente, cansada y distraída, pierde las verdaderas oportunidades de realización. Captamos los mensajes que nuestras sensaciones nos envían y, en consecuencia, perdemos esa característica enriquecedora del flujo natural de nuestros sentimientos y percepciones. En vez de centrarnos en las sensaciones que experimentamos, nos centramos en nuestros pensamientos sobre ellas, los cuales jamás pueden darnos mayor satisfacción. 

Cuando nos damos cuenta de esta situación, podemos ver que su causa es una sutil progresión psicológica: a partir de la fascinación, tratamos de atrapar lo que nos fascina; eso nos produce ansiedad, y la consecuente insatisfacción nos hunde aun más en la avidez de asir. Nos vemos atrapados en esta progresión porque nuestras fascinaciones y nuestros pensamientos no pueden satisfacernos. No tienen verdadera substancia, y por eso no podemos asirlos. 

Continuamente nos ponemos en situación de perseguir un arco iris. Cuanto más lo perseguimos más ansiosos y frustrados nos volvemos. Polarizamos nuestra mente en el placer y la satisfacción, pero la forma en que tratamos de lograr este objetivo produce exactamente el efecto contrario. Nuestra mente salta de pensamiento a pensamiento: recuerda el pasado, salta hacia el futuro o se recrea en alguna atracción constante. Nuestra mente rara vez se centra en la inmediatez de la experiencia, que es donde radica la plenitud. Como el torrente de imágenes mentales persiste, nuestra mente continúa produciendo un flujo al parecer Infinito de pensamientos sobre estas imágenes. Éste es el principal factor en la determinación de nuestra concepción del yo, que necesita ‘tener’ y ‘hacer’. 

Incluso en nuestra meditación, cuando tratamos de no ‘hacer’ nada, ocurre lo mismo. Sin embargo, en la meditación este proceso es tan sutil que con frecuencia no nos damos cuenta de que está ocurriendo. Podemos tratar de no tener expectativas o pensamientos sobre nuestra meditación, pero éstos pueden esconderse en nuestra mente y manifestarse como un tipo de impaciencia, un esperar que algo ocurra. Este sentimiento no tiene que ser muy fuerte para que la estimulación inconsciente de la expectativa -de la fascinación- fluya como una ola hacia nuestra consciencia. 

Cuanto más fuerte sea este sentimiento, más ‘rápida’ y más poderosa será la ola, que tiene una característica de tensión y de ‘prisa’. Esto lleva rápidamente a la tirantez de la frustración y de la ansiedad. Al principio, nuestra meditación comienza a diluir la consciencia de un yo que necesita ‘hacer’, pero después la mente comienza a crear imágenes para compensar. La ansiedad aumenta, e intensifica aun más el flujo de pensamientos e imágenes, y apenas nos involucramos en esta manera de ‘hacer’, sentimos que tenemos la necesidad de contacto -con imágenes, palabras, conceptos- con el yo o con objetos. Esta necesidad se vuelve cada vez más fuerte, y fija más aún los patrones. Sucede tan rápido que no tenemos tiempo para pensar en ello. La razón de esta velocidad es la tremenda energía que hay tras nuestras expectativas y nuestra ansiedad. 

La relajación puede desacelerar esta tensión. Podemos relajar la mente, desacelerar nuestros pensamientos, crear un ‘tono’ diferente que modere nuestros sentimientos más profundos de expectativa. Al desacelerarnos, calmarnos y relajarnos, las olas de ansiedad se vuelven suaves ondas. 

En consecuencia, al meditar observe de cerca sus pensamientos. Simplemente obsérvelos. La fascinación es una ola en ascenso; observe cómo aparece. Los buenos meditadores ven cómo la ola se hace cada vez más alta, hasta que entienden cómo la fascinación hace que perdamos el momento. Aprenden, también, por qué las bellas imágenes y las Ideas interesantes nos distraen tan fácilmente. 

Podemos aprender a modificar el ciclo de la fascinación y de la ansiedad desarrollando consciencia del ir y venir de los pensamientos y de las imágenes. Desarrollando cada pensamiento y después llevando su sensación a un nivel más profundo, podemos evitar sucumbir a la ansiedad, aquella parte de nuestra consciencia que desea moverse, hacer algo. Relajándonos y manteniéndonos conscientes, podemos evitar ser impelidos a ‘hacer’ y a apartarnos de la meditación. 

Cuando logramos mantenernos en equilibrio y quedarnos verdaderamente tranquilos en la meditación, no importa qué pensamientos individuales surjan, la ansiedad y la fascinación pierden su poder sobre nosotros, lo que permite que nuestra energía fluya suavemente. 

Al liberarnos de la dominación de la ansiedad y la fascinación, cada momento nos ofrece la oportunidad de despertar. Podemos romper los patrones que nos aprisionan, y encontrar, en la energía que se libera, la verdadera fuente de nutrición y de satisfacción, la libertad natural de la mente. 

Tarthang Tulku en Abra Su Mente

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