Cuenta la leyenda que, con frecuencia, los discípulos de Buda se lamentaban de que había acontecimientos o hechos que no podían modificarse o incluso se esforzaban por cambiar situaciones inevitables y luego, al no conseguirlo, se quejaban de que así hubiera sido. Buda tenía que soportar pacientemente las quejas y los lamentos de algunos de estos discípulos que se desanimaban por no poder cambiar ciertas circunstancias y eventos. Reunió a todos los que así procedían y les dijo:
-Es de sabios aceptar lo inevitable; es de sabios modificar lo que pueda ser cambiado para bien; es de sabios saber qué se debe aceptar y qué se puede modificar.
Después de unos momentos de pausa, agregó:
-Quiero que vayáis al estanque más cercano y hagáis lo siguiente: llevad con vosotros una roca y un bidón de aceite. Arrojad la roca al lago y echad una buena cantidad de aceite. Regresad después y contadme lo sucedido.
Los discípulos siguieron las instrucciones de Buda. Llegaron hasta el estanque y a sus aguas arrojaron la roca y una buena cantidad de aceite. Estuvieron observando unos instantes lo sucedido y regresaron junto Buda, que les preguntó:
-¿Qué ha sucedido?
Uno de los discípulos habló por todos:
-Hemos comprobado que la roca se ha hundido y la mancha de aceite ha flotado.
Y el maestro les dijo:
-Pues aunque consumierais toda vuestra existencia sentados a la orilla del estanque anhelando que la roca flotase y la mancha de aceite se hundiese, no lo conseguiríais. Simplemente, es la ley de los hechos incontrovertibles.
(Autor desconocido)
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