DEJA ENTRAR EL AMOR




“Le tenemos miedo al amor porque puede transformarnos…. Y puede hacerlo. Para el que ama de verdad, el sentido del yo se disuelve de tal manera que el que ama, el amor y lo amado se vuelven uno. El ego teme perder el control, y teme aun más disolverse, y crea una razón tras otra para evitar soltarse y permitirnos amar plenamente”
Frager & Fadiman. Essential Sufism



“Aunque intentes hacer cien cosas en este mundo, solo el Amor puede liberarte de la prisión de ti mismo” Jami

A veces existe una comprensión limitada de la meditación que consiste en creer que ésta es un ejercicio puramente mental, una técnica, un truco que uno realiza con la atención y la respiración para poder relajarse y evadir el estrés del entorno. Esta visión no es correcta. Es verdad que la meditación ayuda con el estrés, pero practicar meditación con la única intención de reducir el estrés es como usar un computador de última generación para hacer sumas y restas.

Parte de la confusión se debe a que las versiones occidentales de los textos budistas han traducido como “mente” (mind en inglés) palabras como shin (japonés) o citta (sánscrito), que en realidad incluye el corazón y la mente. El carácter Shin 心 puede referirse al corazón-mente, al centro o esencia de algo, o incluso al órgano físico del corazón, pero nunca significa mente/cerebro. Y la meditación es un camino de cultivo de ese centro corazón-mente, el cual tiene el potencial de desarrollar plenamente la sabiduría y el amor, que son dos alas de la misma gaviota.

Metafóricamente, el amor es la humedad capaz de unir las cosas que aparecen como separadas, y sin él todo se separa y desintegra. Sin su presencia, hasta la sabiduría más elevada es una como una luz de tubo fluorescente, capaz de alumbrar claramente los fenómenos, pero con una falta de calidez que hace perder incluso las ganas de ver algo en primer lugar. Ningún proyecto personal o colectivo es sustentable si el corazón no se siente llamado e incluido; una terca voluntad quizá pueda sostenerlo por un tiempo, pero no por mucho sin causar enfermedad. Si el amor no está presente, cada tarea es sinsentido, cada éxito es vacío, y cada encuentro es una transacción. Sin amor somos menos que humanos, ya que el amor es el propósito al que apuntan todos los demás propósitos.

Como el amor abre el corazón, cuando amamos nos hacemos vulnerables, bajamos las defensas del ego y quedamos expuestos frente a lo amado. Y como el mundo es mundo, esa apertura no siempre es tratada con la delicadeza, el respeto o la reciprocidad esperada. Y probablemente cada lector de estas palabras tendrá su propia historia de des-amor. Hay un proverbio turco que dice “quien se quema con sopa, sopla sobre el yogurt”. Con la mente fijada en el resentimiento por el pasado o en el miedo del futuro cerramos nuestro corazón en el presente y actuamos desde una defensividad que muchas veces crea la realidad que más tememos. Esto puede ser muy sutil o muy evidente. En cualquier caso, el aparente control que ganamos al mantener cerrado el corazón, filtra y reduce también cuánto damos y recibimos a esta única e irrepetible vida. El grado de apertura del corazón define si vivimos una vida mezquina o abundante.

Práctica

Aterriza el amor en gestos concretos. La tradición budista entiende el amor como la voluntad y la capacidad de aportar felicidad a lo amado. 

I.-Desde esta mirada, una práctica sencilla y concreta sería: Si yo amo a X, Y, Z, (por ejemplo mis padres, a mi pareja y a mi perro) ¿qué he hecho últimamente por ayudarles a cultivar su felicidad? ¿Qué puedo hacer esta semana para sembrar algo de alegría en sus vidas? Pueden ser cosas muy sencillas, como llamar o visitar a tus padres, llevarle flores inesperadas a tu pareja, y dar un paseo más largo con tu perro. 

 Un paso más allá consiste en realizar estos pequeños gestos para quienes no considerarías normalmente como tus amados, como algún conocido neutro, o incluso alguien que te produzca algo de rechazo. Recuerda que cada persona tiene el mismo deseo de ser tratada con amor, y todos deseamos ser felices; recuerda también la alegría que te ha producido recibir amabilidad de quién no la esperabas. 

***DATO NEUROLÓGICO: los centros dopaminérgicos de gratificación en el cerebro se activan aun más cuando damos algo que cuando recibimos.

II.-Toma contacto con la belleza. El sentido de belleza parece ser distintivamente humano, y la belleza tiene el poder de despertar el corazón. En general vivimos en la pobreza estética y espiritual de una sociedad que anda demasiado rápido como para nutrirse con lo bello. Empieza el cambio por ti: cada vez que puedas, nutre tu sentidos escuchando sonidos bellos como música inspiradora, observando cosas bellas (objetos, rostros, obras de arte, o cualquier cosa hecha por la naturaleza, que no se equivoca), u oliendo aromas agradables (como aceites esenciales o flores). Ten conversaciones bellas, come comida de diversos colores y sabores (que es lo que el cuerpo necesita), etc.

Si tienes el privilegio de vivir con alguien que amas, no dudes en expresárselo de varias maneras. Da el primer paso y ofrécele lo que le haga feliz, sin calcular cuánto recibes de vuelta. Esta es una manera de salir de la mentalidad de carencia y crear la abundancia que anhelas.


Al fin y al cabo, no es tanto una falta de amor como una falta de amar.

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