- Ya lo sé. No es para ver, amigo. Es para que los demás te vean, en la oscuridad, y no tropiecen contigo.
-¡ Ah!. Entiendo. Perdóname.
Se despidió, con un fuerte abrazo de agradecimiento. De regreso a casa, iba caminando, en la oscuridad de la noche, cuando chocó con otra persona.
-¡Huy! ...
-¡Hay! ...
-¡¿Pero no ha visto mi lámpara...?! - Gritó, muy enfadado-.
-¡Perdone! Su lámpara estaba apagada.
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