«El coche y yo somos uno.» Creemos que somos los dueños y que el coche es solo un instrumento pero no es cierto. Al usar un instrumento o una máquina cambiamos. Un violinista con su violín se convierte en algo muy hermoso; un hombre con una pistola en algo peligroso. Cuando utilizamos el coche somos nosotros con el coche.
En esta sociedad conducir es una tarea diaria. No os estoy conminando a que no conduzcáis, simplemente os pido que lo hagáis conscientemente. Cuando conducimos no pensamos más que en llegar, por lo tanto es lógico que al toparnos con un semáforo en rojo no nos sintamos felices precisamente. El semáforo en rojo es como un enemigo que nos impide llegar a nuestro destino. Sin embargo, también podemos considerar que el semáforo en rojo es como una campana de conciencia que nos recuerda que debemos regresar al presente.
La próxima vez que os encontréis con un semáforo en rojo, sonreídle, por favor, y volved a vuestra respiración. «Inspirando tranquilizo mi cuerpo. Espirando sonrío.» Es fácil transformar un sentimiento de irritación en un sentimiento placentero.
Aunque sea el mismo semáforo en rojo, será distinto. Se habrá convertido en un amigo que os ayudará a recordar que solo podéis vivir vuestras vidas en el presente.
Thich Nhat Hanh en Hacia la paz interior
No hay comentarios:
Publicar un comentario