RENKI, EL ELEFANTE

Cuento zen, de origen indio



Ryoto, joven monje budista, se lamenta de no poder calmar su mente, que no para de saltar, como un saltamontes... 

"O como un elefante salvaje", le dice el anciacno Maestro zen. 


Ryoto, al ver brillar los ojos de su Maestro, adivina que le quiere contar una historia y se sienta a sus pies, a la sombra de un banano. 


Renki era un elefante salvaje que fue capturado cuando tenia tres años. Una piel gris clara, sin defecto alguno, sus colmillos largos, finos y puntiagudos, unas orejas de forma triangular perfecta;  un viejo macho que su dueño, un vendedor de elefantes adiestrados, esperaba vender por un buen precio al señor del reino. 

Ataron a Renki a una estaca, con una cuerda muy resistente. El joven elefante empezó a forcejear, furiosamente, lanzando coces, golpeando el suelo con sus gruesas patas y bramando con todas sus fuerzas. Pero la estaca estaba bien clavada, y la cuerda era gruesa. Renki no conseguía deshacerse ni de la una ni de la otra. Luego, una rabia desesperada se apoderó de él, y se puso a morder el aire, levantando la trompa y dirigiendo los bramidos hacia el cielo. Tantos esfuerzos y gritos le agotaban. 

De repente, una mañana, Renki se calmó, dejó de tirar de la cuerda, de maltratar el suelo con las cuatro patas y de hacer temblar el aire con sus gritos. 

Entonces, el dueño lo soltó. Y pudo ir de un lugar a otro, llevando un barril de agua, saludando a todo el mundo y sirviendo a la comunidad. Fue feliz y libre. 

Tu mente es como un elefante salvaje -dijo el anciano Maestro a su discípulo-. Tiene miedo, salta en todas direcciones y grita a los cuatro vientos. 

Tu "atención"es la cuerda, y  la estaca clavada en el suelo es  "el objeto elegido para tu meditación"

Serena  tu pensamiento, domestícalo, domínalo, y descubrirás el secreto de la verdadera libertad. 

Cinco Principios para no enfermar

En la Medicina Tradicional China la prevención es uno de sus principales objetivos y comporta dos aspectos fundamentales, evitar la aparición de la enfermedad y en caso que aparezca evitar su evolución.

Para conseguir evitar el desequilibrio de nuestro organismo y la consiguiente aparición de la enfermedad la Medicina Tradicional China nos ofrece una receta con cinco principios básicos:


1) Controlar el estado emocional del cuerpo. La armonía cuerpo-mente y espíritu es básica para la salud. No tenemos que ser presa de nuestras emociones puesto que son un cultivo para el desarrollo de la enfermedad, como dice la tradición popular “Al mal tiempo, buena cara”.

2) Adaptación al entorno y a los ciclos naturales. Intentar vivir en armonía también significa ser consciente que los factores climáticos nos afectan, por eso es necesario adaptarse a ellos: resguardarse y protegerse de la lluvia, del frío, de la humedad, del calor excesivo…

3) Equilibrio entre la actividad y el descanso. Nuestro organismo precisa del equilibrio entre el movimiento y el reposo. Nuestro cuerpo precisa de la actividad para no deteriorarse de la misma manera que nuestra mente precisa la calma para estar en paz. Es importante practicar un poco de ejercicio y evitar el total sedentarismo.

4) Alimentación e higiene. Una dieta sana y equilibrada es fundamental para disponer de una buena salud y un sistema inmunitario preparado para hacer frente a cualquier amenaza. La higiene contempla aspectos como el modo de vida, la sexualidad, el entorno laboral, regularidad horaria en el comer y dormir, buenos hábitos ...

5) Aplicación de técnicas terapéuticas y materias medicinales. Hay muchas técnicas preventivas que ponen nuestro organismo en plena forma, podemos citar el masaje Tuina o el Qi Gong. También debemos tomar, cuando sea necesario, cierto productos que mejorarn nuestro organismo como el Ginseng o la bayas del Goji. La acupuntura y la moxibustión también son unas terapias preventivas muy eficaces para anticiparse a la invasión de los factores climáticos.


Fuente: Odisea Chi

CREER PARA CREAR

Joaquim Valls, entrenador de inteligencia emocional
Puedes matricularte en la universidad nocturna de la buena suerte.  Valls se acoge a las neurociencias para proponer un plan con “nocturnidad y premeditación”: antes de acostarte, escribe lo que deseas que tu cerebro crea (de creer), pues durante el sueño nocturno las sinapsis neuronales se organizarán según esa creencia... y durante la vigilia te harán actuar para crearla (de crear).  El manual Buenas noches y buena suerte(Viena) detalla “cómo atraer la fortuna mientras duermes”, que completa su anterior método Kimmon, que expuso en Buenos días y buena letra(Viena), según la que cambiar la letra puede ayudar a mejorar la actitud ante la vida. Todo es probar: al fin y al cabo, casi todo es sugestión. 


Entrevista a Joaquim Walls,  realizada en La Vanguardia por Victor M. Amela

Está observando mis notas?
Es que soy grafólogo, ejem... Pero no lo sienta como una amenaza, ¿eh?

Ya. ¿Qué ve en mi letra?
Escriba una efe, por favor.


f.
¡Buena efe! El lazo de arriba y el de abajo, proporcionados: o sea, usted piensa y luego actúa en consecuencia.

Pim, pam. No siempre...
Yo antes hacía una efe con lazo arriba... pero palo abajo: o sea, que lo que yo pensaba luego no lo ponía en práctica. Y me esforcé en hacer una efe como la que usted hace.


¿Lo consiguió?
Sí. Y eso promovió un cambio en mi carácter: desde que la hago así soy más proactivo.


Cambio mi letra: ¿cambia mi carácter?
Tu letra expresa tu psiquismo. Por eso no tienes siempre la misma letra: porque vas cambiando. Y a la inversa, lo mismo: si cambias tu letra..., ¡algo te cambiará por dentro!

¿Respalda esto la ciencia?
La grafotransformación es controvertida... Pero la ciencia sí confirma la plasticidad del cerebro: ¡puedes transformarte!

¿A qué transformación se refiere?
Puedes reeducar tu cerebro para mejorar tu actitud, ¡sugestionarlo para ser más feliz!

¿Cómo lo hago?
Fuerza una sonrisa ¡y pronto te sentirás más alegre! ¿Sabe del síndrome de Moebius?

No.
A causa de una disfunción muscular, tu rostro deja de expresar emociones... Y, al poco tiempo, ¡dejas de sentir esas emociones!

¿Conclusión?
Que es un proceso reversible: si actúas "como si" sintieras una emoción, ¡acabarás por sentir esa emoción sugestionada! Por tanto, si sonríes y ríes, te pondrás contento. Y si piensas y actúas como si tuvieras éxito, ¡te llegará el éxito! Y si actúas como si fueses feliz..., acabarás siendo feliz.

¿Puedo sentir lo que desee sentir?
Si actúas como si fueras afortunado, atraerás la fortuna. No es magia: ¡es sólo que tenemos un cerebro muy, muy sugestionable!

Pero por mucho que el cerebro se crea algo, el entorno es el que es.
Ese cerebro sugestionado creará las condiciones para modificar el entorno en consonancia. Ya lo dijeron los griegos: ¡carácter es destino!

Póngame algún ejemplo de todo esto.
El mío mismo: al nacer mi hija, me pregunté cómo podía ayudar a esa niña a ser feliz...

¿Y qué hizo?
Rastreé los rasgos que tienen en común las personas afortunadas, las personas con buena suerte, satisfechas de su suerte.

¿Y qué rasgos son esos?
Son siete rasgos: uno, buen autoconcepto (aunque seas bajo y calvo, eso no te acompleja); dos, optimismo (ves salidas a todas las situaciones): ¿sabe lo de los militares húngaros perdidos en los Alpes?

No.
Encontraron un mapa, y eso les ayudó a hallar la salida. Pero ese mapa... ¡era de los Pirineos! Ellos no lo sabían: o sea que si crees que hay salida, ¡será más fácil encontrarla!

Tres.
Extraversión: allá donde van, establecen buenas relaciones (¡es el mejor modo de encontrar trabajo!). Cuatro, empatía: saben ponerse en la piel del otro, escuchar con el corazón. Cinco, autogestión emocional.

¿Autocontrol?
O saber enfadarse... ¡cuando toca enfadarse! Seis, proactividad: generan sus circunstancias, las que les resultan más favorables. Y siete, perseverancia: saben picar piedra.

Ahora ya sabemos cómo es la persona afortunada. ¿Qué hacemos con eso?
Ahora se trata de fomentar en uno mismo todos esos rasgos.

¿Cómo?
Yo aplico, por un lado, la grafotransformación. Y, por otro, las instrucciones nocturnas al cerebro.

¿Instrucciones nocturnas?
Sí: liberadas de sus obligaciones de la vigilia, las neuronas establecen más conexiones mientras dormimos. ¡Aprovechémoslo para reeducarlas en nuestro beneficio!

¿Cómo puedo hacerlo?
Relájate y escribe en un papel cinco veces alguna instrucción para tu cerebro: "me gusta mi cuerpo", "valgo mucho", "soy enérgico", "tengo aplomo", "hablo con facilidad", "voy a desarrollarme", "domino mis emociones", "dirijo mi vida", "me siento feliz"...

¿Y ya está?
Recítalas, cada una, en voz alta, cada noche, durante veintiocho noches. Y sigue luego con tandas de nuevas autoinstrucciones.

¿Y el cerebro obedece a esto?
Sí: al repetir la frase, el consciente baja la guardia y esa orden empapa el inconsciente... ¡Y ya sabemos que el inconsciente rige el 90% de lo que hacemos durante el día!

Qué fácil parece, pues.
Durante el sueño, el cerebro reconstruye y reorganiza conocimientos. Y es tan sugestionable... Fíjate en cómo caminan tus hijos, ¡y verás que caminan como su madre o como tú! Esto es inconsciente: imitamos. Aprovéchalo, ¡date instrucciones!

¿Debo escribir esas autoinstrucciones de mi puño y letra, a mano?

No hay un modo mejor de aprender algo que escribir a mano. Tonifica la memoria, reactiva neuronas... Es la gran noticia: puedes reeducar tu cerebro cuando quieras. Tú serás lo que quieras ser. Bien lo dijo Huxley: "Hoy es siempre todavía".

Fuente: La Vanguardia

LA PIEDRA Y EL ARBOL

Había una vez un sabio que vivía en Abdadam, cuyo refugio estaba siempre rodeado de discípulos, gente que había llegado desde muy lejos y desde cerca para escuchar su sabiduría y tratar de adquirir conocimientos y realización espiritual.

A veces les hablaba; otras veces no. A veces les leía libros; en otras les daba actividades a realizar.

Los discípulos trataron, por décadas, de entender el significado de sus palabras, de penetrar en la profundidad de sus señales, de sus signos y de sus símbolos; y en todas formas posibles, de estar más cerca de su sabiduría.

Aquellos pocos que lograban entender lo que él intentaba transmitir eran los que no consumían su tiempo tratando de analizar el porqué de todo. Cultivaban la paciencia, la atención y la constancia, y evitaban pensar mediante asociaciones verbales, frases citadas y hábitos de pensamiento adquiridos, y aceptaban con sicera obediencia lo que sus maestro les aconsejaba.


El resto, la mayoría, tenían gran dificultad en seguir sus enseñanzas. Uno de ellos le dijo, un día: "Hay algunos de nosotros, Oh Gran Sabio, que hemos estado tratando de seguir el Camino del Conocimiento durante toda nuestra vida. Nos estamos haciendo viejos y sentimos que debemos decirte, desde lo más profundo de nuestro corazón, que necesitamos indicaciones más claras acerca de cómo deberíamos proceder".

El Viejo Sabio dio un largo suspiro de resignación y, limpiamente, contestó: "Vengan conmigo a la orilla del mar, y les mostraré algo que les dirá todo, pero no sé si están en condiciones de oírlo".


En la playa cubierta de piedras, los cantos rolados llegaban y se alejaban involuntariamente con el incesante vaivén de las olas, en medio del sordo tronar submarino. El Viejo tomó una del agua y preguntó al discípulo: "¿Cuánto tiempo ha estado esta piedra aquí?"

El discípulo dijo: "Está bastante gastada, y empequeñecida; debe haber estado dando vueltas en este lugar por muchos milenios".

"Ahora", dijo el Sabio, "tómala, pártela y dime qué encuentras".

Rompieron la piedra y vieron que adentro había más de lo mismo de lo que había fuera.

"Observen que a pesar de haber estado sumergida en el océano por incontables años, la médula de esta piedra está tan seca como si nunca hubiera estado siquiera cerca del agua.

Ustedes son como esta piedra. Rodeados de sabiduría, con vuestra necedad, impaciencia, voracidad autoimportancia y avaricia impiden que ella los penetre. Pero hay un talismán que permitirá que la cualidad transformadora de la enseñanza se difunda en lo más profundo de vuestro ser; a diferencia de esta piedra, que no tiene oportunidad alguna.

Esta cualidad es la contención de los impulsos y pareceres personales, la constancia en el trabajo y la honestidad para consigo mismos y para con el objeto de su búsqueda; estos tres elementos ustedes los llamarán tres cualidades separadas, pero en realidad forman parte de una sola. Ven esta cualidad como múltiple pues vuestro ser interior está fragmentado".

Dicho esto, llevó a sus seguidores hasta una colina que daba al mar, en donde a pesar de la aridez del lugar, solitario en medio de las cambiantes y nómades dunas de arena, un magnífico árbol arraigado firmemente se elevaba hacia el cielo.

"Este árbol puede vivir y crecer alto y lleno de ramas y frutos en donde ningún otro puede hacerlo. Esto es posible para él solamente porque ha hecho valiosos esfuerzos, signados por la cualidad interior de la semilla que le dio nacimiento, para penetrar sus raíces profundamente en la tierra a fin de encontrar agua, hasta llegar a la fuente de vida, el manantial que corre oculto, por debajo de toda esta aridez.

Aprendan la lección, mis amigos".