¿CÓMO SE MEDITA?

Tarthang Tulku



Tradicionalmente, comenzar a meditar implica ciertas prácticas, tales como una intensa concentración, la visualización de distintas imágenes o la recitación de mantras. Los maestros hacen hincapié en diferentes prácticas según las necesidades del alumno.
Por ejemplo, un maestro puede decirle a un alumno que vaya solo a un lugar tranquilo y esté en silencio total durante media hora o cuarenta y cinco minutos, y a otro puede decirle que vaya a las montañas o al mar y cante a gritos. Puede que a otro le aconseje contemplar el cielo y simplemente mantenerse abierto. Y tal vez a otros les indiquen prácticas rituales o piadosas.

En general, sin embargo, nuestra práctica debe ser cualquier situación que nos calme y relaje. La meditación nos ayuda a estar tranquilos y felices... a disfrutar la vida y a abordar eficazmente nuestros problemas físicos y mentales. Alcanzamos un considerable grado de equilibrio cuando somos capaces de integrar a la meditación todo lo que experimentamos. Podemos incluir nuestra alegría y felicidad, así como nuestra ira, resentimiento, frustración y desdicha... todas las emociones que sentimos a lo largo del día. Podemos implicar todas nuestras emociones en la relajación y la calma meditativa. Al principio la meditación parece sencilla; se trata de estar en silencio, quietos y relajados, y tal vez seguir instrucciones específicas. Pero al intentar perfeccionarla, gradualmente nos damos cuenta de que la meditación va mucho más allá que la simple relajación o el ocuparnos de nuestros pensamientos y emociones. En realidad, la meditación es un proceso de búsqueda de la verdad o conocimiento, de tratar de descubrir la naturaleza de la existencia y de la mente humana. Para descubrir ese tipo de conocimiento debemos entrar muy profundamente en la meditación y averiguar quiénes somos.

Entonces, simplemente ¿cómo se medita? Ante todo, el cuerpo debe estar muy quieto, muy tranquilo. Relaja físicamente los músculos. Luego siéntate en una posición cómoda y quédate totalmente quieto, sin moverte en absoluto. Respira muy suave y silenciosamente... inspira y espira con fluidez. Relájate por completo, tanto como puedas, de modo que todo tu sistema nervioso se calme. Luego acalla la mente; detén tus pensamientos por medio del silencio interior. Hay diferentes maneras de hacer esto, pero dado que demasiadas instrucciones pueden distraerte, simplemente relaja con naturalidad el cuerpo, la respiración y la mente. El cuerpo se calma, la respiración se equilibra, y la mente y los sentidos se apaciguan. En este momento sientes y disfrutas profundamente el que tus sentidos cobren vida. Te das cuenta de que la meditación no es una difícil tarea ni algo remoto o ajeno: es parte de tu naturaleza.

No hay necesidad de tratar de lograr alguna meta, ya que el propio intento se vuelve un obstáculo para la relajación. Esforzarte demasiado, o intentar seguir una serie rígida de instrucciones puede ocasionarte problemas, pues cuando te esfuerzas demasiado puedes verte atrapado entre conseguir algo y no conseguirlo. Cuando tratas de experimentar conceptualmente la "meditación perfecta", es posible que termines creándote interminables conflictos internos o diálogos interiores.

Dado que al iniciar a alguien en la meditación son necesarios los conceptos, desde un principio el meditador es separado de la experiencia. Pero cuando te involucras en la práctica de la meditación propiamente dicha, descubres que ésta va mucho más allá de la conceptualización. Si continúas relajándote y calmando tu mente, con el tiempo no tendrás que hacer ningún esfuerzo para meditar.

Si eres principiante será mejor que intentes experimentarte plenamente sin rechazar ni excluir ninguna parte de tu ser. Todos tus pensamientos y sentimientos pueden ser incluidos; puedes experimentar cada uno de ellos y luego seguir adelante. Empezarás a descubrir las distintas capas y estados sutiles de la mente. Ésta simplemente observa su proceso natural; todo pensamiento, deseo motivación es una ayuda natural para este tipo elemental de meditación. A nivel relativo todavía se distingue lo bueno de lo malo, pero cuando logras un estado meditativo ya no percibes las diferencias relativas como algo que defina la experiencia. La meditación trasciende el dualismo. Cualquier cosa que experimentes puede verse como perfecta, porque la condición de la perfección está dentro de tu mente y no fuera.

Cuando surjan recuerdos o molestias, es posible que te sientas un poco intranquilo, pero esta sensación pasará si no te aferras mentalmente a ningún pensamiento en particular. Intenta permanecer relajado y tranquilo, sin pensar "acerca de" la meditación. Simplemente acéptate. No estás tratando de aprender meditación; tú eres la meditación. Todo tu cuerpo, respiración, pensamientos, sentidos y conciencia -la totalidad de tu ser- son parte de la meditación. No tienes que preocuparte por la posibilidad de perderla. Todo tu campo de energía es parte de la meditación, de modo que no debes seguir instrucciones específicas ni preocuparte por lograr una determinada experiencia.

En una ocasión un famoso lama tibetano comentó lo siguiente acerca de la meditación: "La mejor agua es la rocosa". Cuando el agua fluye entre rocas, su pureza aumenta. De forma similar, la mejor meditación es la más fluida y libre. Por el contrario, si nos encontramos en una posición demasiado cómoda, la tendencia al apego hace que nos estanquemos ¡Cuánto más bella es la libertad de fluir hacia los estados meditativos superiores! 
Cuando a otro maestro le preguntaron: "Cuando te concentras, ¿dónde está tu concentración?" El respondió que no había tema, ni posición ni meta involucradas en su meditación.

Al experimentar este nivel más profundo de meditación descubrimos que la naturaleza de la mente es la meditación. Y esto mismo es, de hecho, la experiencia iluminada. Esta experiencia está libre de todo y, sin embargo, al mismo tiempo lo manifiesta todo y todas las cosas. Esto mismo es la liberación.


No hay comentarios:

Publicar un comentario