SI CRECE, CÓMELO

Louise L. Hay

"Las células de nuestro cuerpo están vivas y, por lo tanto, necesitan un alimento vivo para crecer y reproducirse"

Los alimentos que preparamos para nutrir nuestro cuerpo proceden de las cosechas. Cocinados sencillamente, con pocos ingredientes, son lo adecuado para un cuerpo hu­mano sano. 

En Estados Unidos nos hemos alejado de la co­mida sana para recurrir a la comodidad de la comida rápi­da. Somos el país donde hay más personas obesas y enfermas del mundo occidental. Consumimos en exceso alimentos grasos y procesados, llenos de productos quími­cos. Apoyamos a los fabricantes de comida a expensas de nuestra salud. Los artículos de más venta en los supermer­cados son: los refrescos, las sopas de lata, el queso procesado y la cerveza. Todos ellos contienen enormes cantidades de azúcar y/o sal, y no nos ayudan en absoluto a estar sanos.

Las industrias cárnicas y de productos lácteos, por no hablar de las tabacaleras, nos engañan, insistiendo en que esas enormes cantidades de leche y carne son buenas para nosotros. Sin embargo, precisamente esas grandes cantida­des de carne y productos lácteos contribuyen a la abruma­dora incidencia del cáncer de mama (y otros cánceres) y de enfermedades cardiacas que hay en este país. El excesivo uso y abuso de antibióticos está introduciendo enfermeda­des nuevas e inusitadas en nuestra vida. Los antibióticos matan la vida. La comunidad médica reconoce que no tie­nen manera de atacar estas nuevas enfermedades, de modo que se vuelven a las acaudaladas empresas farmacéuticas para que torturen a los animales con el fin de probar sus productos y crear una nueva sustancia química que sólo va a contribuir a deprimir nuestro sistema inmunitario.

Hormonas producidas por ingeniería genética invaden nuestra leche, y por lo tanto es un riesgo para la salud tomar también otros productos lácteos, como yogur, man­tequilla, queso, helados, crema de leche, nata y cualquier otra cosa que se haga con leche tratada genéticamente. Estas hormonas también proceden de las empresas farma­céuticas. Como es un tema que te afecta, es necesario que sepas si la leche que compras contiene hormonas produci­das por ingeniería genética. Pregúntalo en la tienda donde la compras y exige una respuesta.

Averigua si los helados que das a tus hijos no los están envenenando lentamente. Antes los helados se hacían sólo con leche entera, huevos y azúcar. Actualmente no se exige a los fabricantes que pongan en la etiqueta los muchos pro­ductos sintéticos que usan.

Mi filosofía básica sobre los alimentos es: Si crece, có­melo; si no crece, no lo comas. Las frutas, las verduras, los frutos secos y los cereales crecen. Los dulces y los refrescos no crecen. Lo que crece nutre el cuerpo. Los alimentos pro­cesados, fabricados por el hombre, no pueden sustentar la vida. Por muy atractiva que sea la imagen impresa en el pa­quete, no hay vida dentro de él.

Las células de nuestro cuerpo están vivas y, por lo tanto, necesitan un alimento vivo para crecer y reproducirse. La vida ya nos ha proporcionado todo lo que necesitamos para alimentarnos y mantenemos sanos. Cuanto más sencilla sea nuestra comida, más sanos estaremos.

Somos lo que pensamos y lo que comemos. Sabiendo que lo que damos siempre vuelve a nosotros, suelo pregun­tarme cuál será el karma de los fabricantes que a sabiendas producen alimentos que dañan el cuerpo, o de los que fa­brican cigarrillos y ponen aditivos en ellos para que creen más adicción.

Es necesario que nos fijemos en lo que introducimos en nuestro cuerpo. Porque si nosotros no lo hacemos, ¿quién lo hará? Prevenimos la enfermedad viviendo consciente­mente. Algunas personas consideran que su cuerpo es una máquina que se puede maltratar y después llevarla al taller para que la reparen.

Louis L. Hay en "Vivir"


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