El Amor y los Pájaros


"Amor Sin Posesión Es El Único Amor”   (A.Jodorowsky)


Había, una vez, un sabio maestro a quien sus jóvenes pupilas preguntaron, un día:

-Maestro, dinos qué es el amor. Nuestros padres nos responden que lo sabremos cuando seamos mayores. ¿Acaso es algo malo?

-No es nada malo, más tampoco ellos están equivocados. No sabréis que es el amor hasta sentirlo. Pero, mientras, podemos aprender algo para reconocerlo. Mañana os daré un regalo.


Al otro día el maestro les entregó cuatro pequeñas jaulas, con un pájaro en cada una.
-Son para vosotras, pequeñas. Cuidad cada una el vuestro. Como veis, son pequeños, alegres y saben cantar. No quiero saber nada de ellos hasta que no os pregunte personalmente. Pero, sobre todo, que cada una cuide del suyo.

El tiempo pasó, y, entre clase y clase, el maestro vio que los rostros de las niñas cambiaban cada día. En sus gestos y miradas notaba, alternativamente, la felicidad, la preocupación, la melancolía o el júbilo; a veces todas parecían tristes o las cuatro eran una expresión de alegría. Cuchicheaban entre ellas y era evidente que se morían por contarle algo. Tras un par de meses, en los que vio en las niñas el paso de todos los sentimientos, les pidió que, al día siguiente, trajeran sus jaulas.

La primera en hablar fue la que parecía más contenta con el suyo. Lo había puesto en una jaula más grande, con sus pequeños columpios para saltar y tacitas de agua para beber.
-Veo que tu pajarito está muy bien acostumbrado a su nueva jaula. Está gordo y parece saludable. Más no oigo que cante, - dijo el tutor.
-Es verdad. No me había dado cuenta. ¡Parece tan contento!
-Es evidente que lo quieres. El amor es cuidar a quien amamos, pero también hay que escuchar y saber qué quiere de nosotros. Posiblemente esté agradecido por lo que haces por él, aunque no estoy seguro de que esté muy a gusto, ya que por alguna razón ha dejado de cantar.

La segunda le mostró la suya, en la que el pajarillo había crecido notablemente; estaba bastante gordo y apenas podía moverse en su pequeña jaula.
-Veo que el tuyo está bien alimentado, diría que demasiado. Y tampoco canta. Parece que para ti el amor es dar en exceso, lo que a la larga no será bueno para ambos. Le has dado tanto de comer que este animalito ya no podrá salir de su jaula y tendrás que romperla si quieres liberarlo. Está incómodo y de mal humor. Míralo, lo suyo es simplemente esperar, no le has enseñado a hacer otra cosa. Haz como tu hermana, dale más espacio y menos comida. Tal vez acabe cantando para comunicarse contigo… o porque es más feliz. Tú también tendrás que aprender a observarlo: quizá quiera otra cosa.

La tercera le mostró su jaula vacía, y entre sollozos le contó que quería tanto a su mascota que, cada día, lo sacaba de la jaula y lo tenía un rato en sus manos. Pero, un día, pensó que tenía frío y la cobijó bajo su abrigo, y, cuando quiso darse cuenta, había muerto.
-No llores, pequeña. A veces, el amor es como un pajarillo en nuestras manos: si la abrimos demasiado echa a volar, pero si lo apretamos mucho se muere. Te regalaré otro y sabrás ahora como cuidarlo. El pobrecillo ya te ha enseñado lo más difícil del amor.

La cuarta niña también le mostró su jaula vacía, pero la expresión de su rostro no era de tristeza, sino de pícara alegría.
-¿Y tú qué me cuentas?, preguntó el sabio.
La niña le hizo un gesto y se acercó a la ventana. La abrió, sacó un puñado de granos del bolsillo y lo esparció en el alféizar. Unos segundos después, cinco o seis pajaritos se posaron allí y no dejaron ni un solo grano. Después volaron a un árbol cercano, desde donde llegó hasta la habitación un concierto de gorjeo y silbidos.
-¿Uno de esos es el tuyo?
La niña asintió.
-El mejor amor es el que se vive en libertad. Cada amor es diferente, pero a la vez ese amor es único. Espero que lo hayas hecho porque amar a un animalito no es lo mismo que el amor entre ellos. Lo has dejado en libertad para elegir, y creo que ya ha hecho amigos y tiene pareja, pero también te quiere a su modo y te devuelve amor en su canto. Si llegas a amar así, serás feliz.


Fuente: Plano Creativo

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