Entrevista de IMA SANCHÍS a Zygmunt Bauman, en La Vanguardia
Zygmunt Bauman es sociólogo, filósofo y ensayista, premio Príncipe de Asturias 2010. Doctor honoris causa por 15 universidades. Su pensamiento y su obra han sido analizados en una docena de libros. Tirando del hilo de su concepto de modernidad líquida, que define los rasgos característicos de nuestra época, ha escrito sobre la vida líquida, el amor líquido, los miedos líquidos.
Cuál es su descubrimiento más reciente?
Con un pie en la tumba intento hacer balance, y mi constatación es que acabaré donde empecé.
¿Buscando una sociedad perfecta?
Sí, hospitalaria para los seres humanos.
¿Qué ha aprendido en el trayecto?
He vivido bajo diferentes regímenes, ideologías, modas..., y lo que me resulta más sorprendente es que hay dos valores sin los cuales la vida humana sería impensable: la seguridad y la libertad.
Reconciliarlos es imposible, dice usted.
Cuanta más libertad tengamos menos seguridad, y cuanta más seguridad menos libertad. En la sociedad, la conquista de libertades nos lleva a una gran cantidad de riesgos e incertidumbres, y a desear la seguridad.
Y entonces nos sentimos ahogados.
Sí, conseguimos que no nos atraquen por la calle, que si caemos enfermos nos atiendan, pero nos volvemos dependientes, subordinados, y eso nos hace sufrir. Así que volvemos a evolucionar a una mayor libertad.
¿En qué punto estamos hoy?
Estamos asustados por la fragilidad y la vacilación de nuestra situación social, vivimos en la incertidumbre y en la desconfianza en nuestros políticos e instituciones. Estudiar una carrera ya no se corresponde con adquirir unas habilidades que serán apreciadas por la sociedad, no es un esfuerzo que se traduzca en frutos. Toda esta precariedad se expresa en problemas de identidad, como quién soy yo, qué pasará con mi futuro.
Y así llegamos a sus fluidos: sociedad líquida, amor líquido, miedo líquido...
Sí, la modernidad líquida, en la que todo es inestable: el trabajo, el amor, la política, la amistad; los vínculos humanos provisionales, y el único largo plazo es uno mismo.
Todo lo demás es corto plazo.
No se da el tiempo para que ninguna idea o pacto solidifique. Este enfoque ya forma parte de la filosofía de vida: hagamos lo que hagamos es de momento, por ahora.
Nada dura para siempre, ni siquiera el futuro.
Hoy nadie construye catedrales góticas, vivimos más bien en tiendas y moteles.
¿Y por qué lo considera un problema?
Objetos y personas son bienes de consumo, y como tales pierden su utilidad una vez usados. La vida líquida conlleva una autocrítica y autocensura constantes; se alimenta de la insatisfacción del yo consigo mismo.
Nos hemos quedado sin utopías.
La felicidad ha pasado de aspiración para todo el genero humano a deseo individual. Se trata de una búsqueda impulsada por la insatisfacción en la que el exceso de los bienes de consumo nunca será suficiente.
Y llegamos al consumidor consumido.
Hemos trasplantado unos patrones de comportamiento creados para servir a las relaciones entre cliente y producto, a otros órdenes del mundo. Tratamos al mundo como si fuera un contenedor lleno de juguetes con los que jugar a voluntad. Cuando nos aburrimos de ellos, los tiramos y sustituimos por algo nuevo, y así ocurre con los juguetes inanimados y con los animados.
Es decir, otros seres humanos.
Sí, hoy una pareja dura lo que dura la gratificación. Es lo mismo que cuando uno se compra un teléfono móvil: no juras fidelidad a ese producto, si llega una versión mejor al mercado, con más trastos, tiras lo viejo y te compras lo nuevo.
¿Qué efectos tiene en el ser humano?
Una actitud racional para con un objeto es una actitud muy cruel para con otros seres humanos. El consumismo es una catástrofe que afecta a la calidad de nuestras vidas y de nuestra convivencia. Creemos que para todos los problemas siempre hay una solución esperando en la tienda, que todos los problemas se pueden resolver comprando, y esto induce a error, nos debilita.
¿Por qué nos debilita?
Porque nos priva de nuestras habilidades sociales, en las que ya no creemos.
¿Cómo construirse a uno mismo, hallar la felicidad en este mundo líquido?
Hay dos factores que cooperan para modelar el camino de la vida humana, uno es el destino, algo que no podemos cambiar, pero el otro elemento es el carácter.
Ese sí lo podemos moldear.
El destino dibuja el conjunto de opciones que tienes disponible, siempre hay más de una opción. Luego el carácter es el que te hace escoger entre esas opciones. Así que hay un elemento de determinación y otro de libertad.
¿Hay que resistirse para ser libre?
Viviendo en una sociedad de consumidores, resistirse a ser un consumidor es una opción posible pero muy difícil. Por lo tanto, la probabilidad de que la mayoría de las personas decida resistirse al consumismo es una probabilidad muy lejana, aunque todas las mayorías empezaron siendo minorías.
¿Alguna solución individual?
Uno no sólo puede, sino que debe vivir su propia vida y el modelo de vida que le encaje, consciente de las consecuencias y costes que acarrea. Y el problema de mejorar la sociedad, y esta es la respuesta a todas las preguntas futuras que me pueda hacer usted.
¿...?
Se resume en hacer que la sociedad sea más benevolente, menos hostil, más hospitalaria a las opciones más humanas. Una buena sociedad sería la que hace que las decisiones correctas sean las más fáciles de tomar
Muy bueno y totalmente cierto eso de que la Libertad y la Seguridad sean incompatibles. La mayoría de las personas que están atrapadas por una ideología política o religiosa, no buscan la Libertad, sino la seguridad. Y cuando optas sin miedo, por la LIBERTAD, corres el riesgo de la INCERTIDUMBRE, pero eso te lleva mil veces antes a la VERDAD, que seguir estando encadenado a "lo seguro". Porque, "lo seguro" ¿según quién?
ResponderEliminar¡Sabia reflexión la tuya, Erre Ce! La opción por la Libertad, hecha a determinadas alturas de la vida, debe ser un don o algo así. Supone vida, estar con la vida y por la vida, confiando sólo en ella, dejándonos caer en sus brazos, aceptando los riesgos,la impermanencia, la inseguridad, la incertidumbre. La seguridad no existe, es lo opuesto a la vida. La Libertad tampoco existe, es una forma la vida, quizás la única posible.
EliminarTe deseo, me deseo, con mucha firmeza, que nuestras palabras nos empujen hacía la vida, soltando seguridades, abrazando la Libertad en el nuestro caminar hacia la Armonía.
Abundando en que la seguridad y la Libertad son incompatibles, está claro que si te comprometes con la primera, vas a estar muy protegid@, pero apenas sabrás ni siquiera en el momento de la muerte, que te han tenido todo el tiempo atrapad@ y encadenad@ a una ideología política o religiosa.
ResponderEliminarSi optas por la Libertad, vivirás el resto de tus días llen@ de dudas e incertidumbres, pero ese es el precio que tiene la Libertad: saberse libre y dueñ@ de tus propias dudas, errores e indecisiones, mientras ves a tu alrededor un triste espectáculo de tantas marionetas movidas por hilos, que obedecen sin chistar cada movimiento impuesto que le viene de una invisible mano desde un plano que ni ven ni se imaginan.
Intentaremos converger en esa Meta a la que -como decía Tagore- no se llega por ese camino ya trillado y angosto de la seguridad y los dogmas por el que caminan los "sabios", sino que te LO encuentras cuando menos te lo esperas mientras vas vagando sin miedo por la noche y campo a través.