EL VACÍO FÉRTIL


“Las experiencias surgen a borbotones desde el vacío día y noche”.(Rumi)

“El vacío es el fundamento de todo. Gracias al vacío todo es posible” (Nagarjuna, Filósofo del siglo II)


Reflexión sobre el Vacio

Quizás porque tenemos la ilusión de que las cosas son permanentes y estables, es que ante las ideas de impermanencia y vacío podemos sentir temor y recelo. En nuestra cultura se ha asociado al vacio con una nada sin forma, con la emoción del temor. Sin embargo, reconociendo que en la vida todo cambia y que no existe nada permanente, podemos entender la experiencia de vacío de un modo completamente diferente, con un sentido generativo, como un vacío fértil que permite la vida y el cambio... 

¿Por qué no disfrutar del vacío y del no-saber y no-hacer?

En la tradición Budista se utiliza la palabra sánscrita Shunyata para referirse a este vacío fértil, que puede ser entendido como preñez o posibilidad.

Una imagen que ilustra de este vacío fértil- Shunyata- es la del espacio que se genera cuando un bebé está en el vientre de su madre. Para que un bebé crezca y se desarrolle necesita del vacío, sin este espacio de posibilidades el bebé simplemente no puede existir.

El vacío desde esta perspectiva no se refiere a no existir, sino que al contrario, es lo que permite la vida y el cambio. Más que temerle a la impermanencia, podríamos agradecerla, ya que el vacío permite la transformación y el movimiento.

En palabras de Thich Nhat Hanh “Vacío significa vacio de un ser separado. Está lleno de todo, lleno de vida… Si no estamos vacíos, nos convertiremos en un bloque de materia. No podemos respirar, no podemos pensar. Estar vacíos significa estar vivos, inhalar y exhalar. Vacío es impermanencia, cambio”.

Podemos reconocer también que el vacío siempre se refiere a algo, es siempre vacío de algo. Por ejemplo, un vaso puede estar vacío de agua, pero al mismo tiempo está lleno de aire, vacío de un elemento, pero simultáneamente lleno de otro. Además gracias al vacío lo nuevo es posible.

En un sentido más cotidiano y práctico, el vacío se traduce con reconocer y apreciar el espacio del  no-hacer, del silencio, con el poder detenernos y observar atentamente.

Lamentablemente, en nuestra cultura productivista y centrada en el trabajo, el no-hacer es denostado y mal visto. En nuestra cultura el negocio vence al ocio, sin embargo, es importante preservar este no-hacer pues es el fundamento que permite luego la acción. Sin el trasfondo del no-hacer ningún hacer es posible, y este no-hacer es valioso en sí mismo, porque nos permite contemplar la experiencia que se manifiesta a borbotones, como lo expresa poéticamente Rumi.


Práctica sugerida:

Así como practicamos el ocuparnos y el hacer, podemos también realizar una práctica de detenernos y cultivar el no-hacer, sosteniendo con nuestra presencia el vacío que emerge. Este vacío, esta pausa se transforma entonces en una oportunidad única para observar con atención plena lo que ocurre a nuestro alrededor, y sobre todo lo que ocurre en nuestras propias vidas.

Dentro de tus posibilidades, date algunos momentos para practicar el no-hacer atento: minutos, horas, medio día, un día completo.

Si estás descansando o en vacaciones o si estás en tu lugar habitual de trabajo, puedes definir un tiempo determinado de no-hacer, quizás puedas darte un tiempo para sentarte y practicar el estar presente y contemplar a tu alrededor, puede ser una buena oportunidad para observar a tu alrededor con mirada de principiante, como también para observar tus propias tendencias. ¿Qué tendencias y acciones aparecen cuando no estoy ocupado u ocupada?

Puedes también darte permiso para cultivar un contemplar atento en tus relaciones. 
Sin que se transforme en un silencio incómodo, puedes disfrutar del no-hacer nada con alguien, por paradójico que suene, puedes practicar el estar en la presencia de tus seres queridos, sin tener nada más que hacer, nada que mejorar, nada que enseñar ni nada que aprender, simplemente estando con quien estás, y valorar su presencia. 

Puedes por algunos momentos mantenerte cultivando tu presencia plena, con la vida que emerge al lado de quien estás y ver qué pasa.

Fuente: Red Mindfulness

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