La vida depende absolutamente del acto de respirar.
Respirar es vivir.
Por más que puedan estar en desacuerdo sobre detalles de teoría y terminología, los orientales y occidentales admiten estos principios fundamentales.
Respirar es vivir, y no hay vida sin respiración. No solamente los animales superiores basan la vida y salud en el respirar, sino que hasta las formas más inferiores, incluso las plantas, deben al aire su existencia.
El niño hace una larga y profunda inspiración, la retiene un momento para extraer de ella las propiedades vitales, y la exhala en un lento vagido; así da principio su vida sobre la tierra. El anciano da un débil suspiro, cesa de respirar y la vida llegó a su término. Desde el suave soplo del niño hasta el último suspiro del moribundo, se desarrolla una larga historia de continuas respiraciones.
La respiración puede considerarse como la más importante de las funciones del cuerpo, porque de ella dependen indudablemente todas las demás. El hombre puede vivir algún tiempo sin comer; menos, sin beber; pero sin respirar, su existencia continúa solo muy pocos minutos.
No solamente el hombre depende de la respiración para vivir, sino que también y en gran parte de los hábitos correctos de respirar, que son los que han de dar vitalidad perfecta e inmunidad contra las enfermedades. Un contralor inteligente del poder de respirar prologa nuestros días sobre la tierra dándonos una suma mayor de resistencia, mientras que una respiración descuidada tiende a disminuir nuestros días, decrece nuestra vitalidad y nos coloca en condiciones favorables a ser presa de las enfermedades.
El hombre, en su estado natural, no tuvo necesidad de que le suministraran instrucciones para respirar, y de la misma manera que el animal inferior y el niño, respiraba natural y debidamente, según los designios de la Naturaleza; pero en eso también ha sufrido la influencia modificadora de la civilización. Ha contraído costumbres y actitudes perniciosas en el caminar, pararse y sentarse, que le han despojado del derecho primitivo de una respiración correcta y natural. Ha pagado un precio muy elevado por la civilización. En la actualidad, el salvaje respira naturalmente, a no ser que haya sido contaminado con los hábitos del hombre civilizado.
El porcentaje de los hombres civilizados que respiran correctamente es muy reducido y el resultado puede observarse en los pechos contraídos, en los hombros caídos y en el espantoso aumento de las enfermedades de los órganos respiratorios, incluyendo el terrible monstruo de la consunción, el azote blanco.
Autoridades eminentes han asentado que una generación de respiradores normales regeneraría la raza y que la enfermedad sería tan rara que al manifestarse la considerarían como un objeto de curiosidad. Si se estudia el asunto se observará que la relación entre la respiración natural y la salud es evidente y explicable, sea que lo consideremos bajo el punto de vista oriental u occidental.
Las enseñanzas occidentales demuestran que la salud física depende esencialmente de una respiración correcta. Los maestros de oriente no sólo admiten que sus hermanos occidentales tienen razón, sino que también sostienen que además del beneficio físico derivado de una respiración normal, el poder mental del hombre, su felicidad, el dominio sobre sí mismo, claridad de vistas, moralidad y aun su crecimiento espiritual, pueden ser aumentados penetrándose de la ciencia de la respiración. Muchas escuelas de filosofía oriental han sido fundadas sobre esta ciencia; y las razas occidentales, una vez que hayan adquirido su conocimiento, obtendrán, dado su espíritu práctico, grandes resultados. La teoría del oriente, unida a la del occidente, dará su fruto de gran trascendencia.
El yoghi realiza una serie de ejercicios por medio de los cuales obtiene el dominio de su cuerpo y lo habilita para enviar a cualquier órgano o parte una mayor corriente de fuerza vital o "prana", fortaleciendo y vigorizando de esta forma la parte u órgano que desea. Está familiarizado con todo lo que su hermano científico occidental conoce sobre los efectos fisiológicos de una respiración correcta, pero sabe también que hay algo más en el aire que oxígeno, hidrógeno y nitrógeno, y que la simple oxigenación de la sangre no es el único fenómeno que se produce al respirar.
Conoce algo acerca de "prana" que sus hermanos de occidente ignoran y está al corriente de la naturaleza y manera de manipular este gran principio de energía; está perfectamente informado de sus efectos sobre el cuerpo y la mente humana. Sabe que con una respiración rítmica se pueden colocar en vibración armónica con la naturaleza y ayudar al desenvolvimiento de sus poderes latentes, y que controlando su respiración no sólo puede curarse a sí mismo y a otros, sino también desterrar el temor, las preocupaciones y emociones inferiores.
(Del libro "Ciencia Indú Yogui de la Respiración" de Ramacharaka )
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