CARACTRISTICAS COMUNES EN LA EXPERIENCIA DEL "DESPERTAR" (2/2)

 


La experiencia en sí de la iluminación es exclusiva de cada individuo y está influida en cierta medida por su experiencia anterior, su tradición espiritual y temperamento cultural. Aunque no es de extrañar que sea así, parece haber, no obstante, ciertas características que son comunes a todos aquellos que han experimentado el fenómeno del despertar espiritual.

Parecerá, quizá, que el considerar la iluminación como una experiencia contradice nuestras nociones de no-mente, absorción en lo infinito, y vaciedad; sin embargo, no hay duda de que algo les ha sucedido a esos individuos que los ha transformado, por muy difícil o imposible que sea describir ese suceso, o proceso, de trascendencia. Aun así, aparentemente hay ciertas cualidades comunes a la experiencia de la iluminación:

Interconectividad. Trascender el ego. 

Parece ser representativo de la experiencia de la iluminación un cambio fundamental de la consciencia, que pasa de lo individual a lo total. Este cambio puede describirse como la disolución del "yo", la fusión de la ola con el océano, la unión con lo infinito, la abdicación de la sensación personal de ser el hacedor, o la pérdida de una identidad separada. No queda rastro de identificación con el ego individual o el "yo" aislado y diferenciado. 

El individuo, el ego y la personalidad continúan existiendo, pero ha desaparecido la identificación con ellos.

Intemporalidad y espaciosidad. 

Ningún objeto ni concepto permanece fijo en el marco del tiempo y el espacio. Con la iluminación, da comienzo una existencia que nace a cada momento. En palabras del Buddha, lo único que es constante es el cambio. Hay un profundo darse cuenta de que el momento presente es cuanto hay, y una fluidez que penetra la vida toda.

Aceptación. 

Es decir, una relajación o rendición, una revelación o percepción directa de que todo sucede de acuerdo con un plan o azar que sobrepasa la voluntad individual. El esfuerzo termina, y da paso a la aceptación de una realidad libre, en la que no existen servidumbre ni apego a los deseos, pensamientos y sentimientos personales.

Más allá del placer y del dolor. 

Quienes han experimentado la iluminación la describen como rapto, éxtasis, amor, o simplemente como un estado de contento que trasciende el sufrimiento. Sin embargo, en medio de la transformación no son raros el miedo, la confusión, la desorientación, el dolor, el tormento e incluso la locura, que a veces se prolongan durante extensos períodos de tiempo. Esto es lo que han definido algunos, san Juan de la Cruz entre ellos, como «la noche oscura del alma». La enfermedad y el dolor se presentan inevitablemente, y muchos iluminados, tales como Ramana Maharshi y Ramakrishna, murieron de cáncer. 

El sufrimiento existe, lo que no hay es una identificación personal con él.

Claridad. 

La mente iluminada es espontánea, muda y flexible. El pensar es claro, al no estar entorpecido por pensamientos y emociones superfluos y limitadores. Los pensamientos están imbuidos de determinación, son directos y concernientes al momento, y están libres del trivial parloteo de la mente.

Derrumbe de las nociones preconcebidas. 

La rigidez, las expectativas, las ideas e imágenes preconcebidas dejan paso a una realidad más vasta e incluso a una profunda percepción de la vacuidad, la vastedad o la nada.

De la introducción al libro: Místicos, Maestros y Sabios
 (Robert Ullman y Judyth Reichenberg-Ullman)

Fuente: Nodualidad

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