"El espíritu no tiene nacimiento, ni puede perecer jamás: Ha existido desde siempre.
¡El comienzo y el fin son sólo sueños!El espíritu permanece, por siempre, inmutable, sin nacimiento ni muerte.
Aunque su morada temporal perezca, el espíritu es invulnerable a la muerte.
¿Por qué, pues –sabiendo que es así- habrías de llorar, cuando no hay causa para hacerlo?
¿Habrías acaso de sufrir, si sabes que el que acaba de fenecer, al igual que el recién nacido, viven siempre y no es sino el mismo Espíritu siempre existente?
Así como los hombres se despojan de sus vestimentas usadas y, adquiriendo nuevos ropajes, deciden: “Éstos usaré hoy”,
así el alma se deshace también, calladamente, de su vestidura de carne y pasa, luego, a heredar un nuevo ropaje"...
De la “Canción Celestial” (Bhagavad Gita)
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