Si te reservas unos minutos
para calmar el cuerpo,
las sensaciones y las percepciones,
de ese modo, podrás ser feliz.
La dicha que da la verdadera quietud
será tu elixir diario.(Thay)
No pensar es un arte, y como cualquier arte, exige paciencia y práctica. Recuperar tu atención y unir el cuerpo y la mente durante solo diez respiraciones puede resultarte muy difícil al principio. Pero a base de práctica podrás recuperar tu capacidad de estar presente en la vida y aprender simplemente a ser.
Encontrar unos pocos minutos para sentarte en quietud es la forma más fácil de aprender a abandonar tu modo habitual de pensar. Cuando te sientas en silencio puedes observar el ir y venir de tus pensamientos y en lugar de rumiar en ellos, dejas que lleguen y se vayan mientras te concentras en la respiración y en el silencio que se ha hecho en ti.
Conozco a algunas personas a las que no les gusta sentarse en quietud. No es su forma de relajarse; a algunas hasta les resulta muy penoso. Entre ellas, hay una mujer que decidió que no conseguiría meditar nunca porque «no le funcionaba». De modo que le pedí que viniera a dar un paseo conmigo. No le dije que íbamos a «meditar caminando», pero andamos pausadamente y con atención, disfrutando del aire y de la sensación de nuestros pies entrando en contacto con el suelo; simplemente nos dedicamos a caminar juntos. Al volver, los ojos le brillaban y parecía sentirse renovada y despejada.
Caminar es una forma maravillosa de despejar la mente sin intentar despejarla. No dices: «¡Ahora voy a meditar!» o «¡Ahora voy a no pensar!» Te dedicas simplemente a andar, y mientras te concentras en ello, la alegría y la atención plena surgen de manera natural.
Para gozar realmente de tus pasos mientras caminas, deja que tu mente se desprenda por completo de cualquier preocupación o plan. No hace falta que inviertas mucho tiempo y esfuerzo preparándote para vaciar la mente. Al inhalar de manera consciente, ya habrás dejado de pensar. Cuando inhalas, das un paso. Mientras inhalas dispones de dos o tres segundos para detener la maquinaria mental.
Si la radio del Pensar Sin Parar está puesta a todo volumen, no dejes que esa energía huracanada de la dispersión te arrastre como si fuera un tornado. A muchos nos ocurre a todas horas: en lugar de vivir la vida, nos dejamos arrastrar una y otra vez por ella, día tras día.
La práctica de la plena conciencia te permite vivir el presente, el único instante en el que la vida y todas sus maravillas son reales y están a tu alcance.
Al principio quizá necesites un poco más de tiempo, tal vez hayas de respirar de manera consciente diez o veinte segundos para vaciar la mente. Puedes dar un paso al inhalar y otro paso al exhalar. Si te distraes, vuelve a llevar suavemente la atención a la respiración.
Diez o veinte segundos no es mucho tiempo. Un impulso nervioso, una posible acción, toman solo un milisegundo. Al darte veinte segundos de tiempo, te estás dando veinte mil milisegundos para detener el tren desbocado de los pensamientos. Si lo deseas, puedes concederte incluso más tiempo aún.
En ese pequeño espacio de tiempo sentirás el goce, la alegría, la felicidad de dejar de pensar. Durante ese tiempo de quietud, tu cuerpo se curará a sí mismo. Tu mente se renovará a sí misma. No hay nadie ni nada que te impida seguir sintiendo la dicha del segundo paso, de la segunda respiración. Tus pasos y tu respiración siempre estarán ahí para ayudarte a sanar.
Mientras caminas, tal vez veas cómo tu mente es empujada y arrastrada de aquí para allá por la antigua y arraigada energía del hábito de la ira o el deseo imperioso. Al fin y al cabo, esta clase de energía tal vez te esté empujando a todas horas, hagas lo que hagas, incluso mientras duermes. La plena conciencia te permite reconocer esta energía del hábito. Al advertirla, simplemente sonríele y dale un buen baño de plena conciencia, de silencio cálido y espacioso. Esta práctica te permitirá desprenderte de la energía del hábito negativo.
Puedes ofrecerte este baño cálido y envolvedor de silencio siempre que lo desees, mientras caminas, estás acostado, lavas los platos, te cepillas los dientes o haces cualquier otra cosa.
Tich Nhat Hanh (Thay) en Silencio
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