Hacer, en el estado despierto, es lograr la consonancia entre el propósito externo (lo que hacemos) y el propósito interno (despertar y permanecer despiertos). Al hacer estando despiertos nos unimos al propósito expansivo del universo.
La conciencia fluye hacia este mundo a través de nosotros.
Fluye hacia nuestra mente e inspira nuestro pensamiento.
Fluye hacia lo que hacemos imprimiéndole poder y dirección.
La realización de nuestro destino no depende de aquello que hacemos, sino de cómo lo hacemos. Y nuestro estado de conciencia determina la forma como hacemos lo que hacemos.
Nuestras prioridades se invierten cuando el hacer o la corriente de conciencia que fluye hacia lo que hacemos se convierte en el propósito principal de nuestro quehacer. La corriente de conciencia es la que determina la calidad.
En otras palabras, la conciencia es el factor primordial en todas las situaciones y en todo lo que hacemos; la situación es secundaria.
-Eckhart Tolle-
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