...El Zen no es un entusiasmo, no es un excitante, sino más bien la concentración en la rutina cotidiana.
Cuando uno se esfuerza demasiado, y se entusiasma y excita demasiado, la mente se entorpece y se embota, Esto no es bueno. De ser posible, hay que tratar de mantenerse siempre sereno y jovial, y abstenerse de entusiasmos.
En general, solemos atarearnos más, de día en día y de año en año, especialmente en nuestro mundo moderno. Cuando volvemos de visita a ciertos lugares de antaño bien conocidos por nosotros, después de un largo tiempo de ausencia, nos quedamos atónitos al ver los cambios. No se puede evitar. Pero si nos interesa algo excitante o nuestro propio cambio, nos encontramos totalmente absortos en nuestra atareada vida y entonces estaremos perdidos. Si en lugar de ello mantenemos la mente constante y en calma, podremos permanecer apartados del mundanal ruido, aún cuando éste nos rodee. La mente permanecerá estable y en calma en medio del bullicio y el cambio.
El Zen no es algo que deba provocar entusiasmo. Hay personas que comienzan a estudiar el Zen por curiosidad y lo único que consiguen es afanarse más. Si la práctica nos empeora, resulta ridícula.
Creo que la práctica del zazén una vez a la semana es suficiente para mantenerse ocupado. No hay que interesarse demasiado en el Zen. Cuando la gente joven se entusiasma con el Zen, a menudo suele abandonar los estudios e irse a una montaña o a un bosque para sentarse a meditar. El interés de esta clase no es genuino.
Lo más sencillo es seguir la práctica tranquila y ordinaria y así se formará el carácter. Cuando la mente está siempre ocupada no hay forma de cultivarla y no se logra nada, sobre todo si uno se dedica a ella con demasiado ahínco. Formar el carácter es como hacer pan. Hay que mezclarlo todo poco a poco, paso a paso, y requiere una temperatura moderada. Cada cual se conoce bastante bien a sí mismo y sabe qué temperatura necesita. Uno sabe exactamente la que necesita. Pero si se excita demasiado, se olvida de cuál es la buena temperatura y pierde su orientación, su camino, lo cual es muy peligroso.
Buda dijo eso mismo en su ejemplo del carretero viejo y los bueyes. El carretero con experiencia sabe cuánta carga puede resistir el buey y evita sobrecargarlo. Cada uno conoce el camino y su propio estado mental. No conviene sobrecargarse demasiado.
Buda dijo también que la formación del carácter es como la construcción de una represa. Hay que tener mucho cuidado al levantar los muros de contención. Si se hace todo precipitadamente, el agua se filtrará. Cuando el muro se construye con cuidado se logra una magnífica represa.
Nuestro método de práctica, carente de excitantes, quizás parezca muy negativo. Pero no lo es. Es una forma sabia y efectiva de trabajar sobre nosotros mismos. Es simple y llana. He observado que a la gente, en especial a la gente joven, le resulta difícil entender esto. Por otra parte, tal vez parezca como si yo estuviera hablando de un logro gradual. Lo cual tampoco es así.
En realidad, éste es un camino súbito, porque cuando la práctica es tranquila y común, la misma vida cotidiana es ya la iluminación.
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