Lao Tse
Se dice que Confucio fue a ver a Lao
Tse. Lao Tse era un anciano, Confucio era más joven; Lao Tse era
casi un desconocido, Confucio era conocido casi universalmente.
Reyes y emperadores solían llamarle a sus cortes; los sabios solían
pedirle consejo; era el hombre más sabio de la China en
aquellos días. Pero con el tiempo, debió haber sentido que aunque
su sabiduría podría ser útil para los demás, él no era feliz, no
había logrado nada. Se había convertido en un experto, útil quizás
para los demás, pero no para sí mismo.
Así que comenzó una búsqueda secreta para encontrar a alguien que pudiese ayudarle. Los sabios ordinarios no servían, porque ellos solían pedir su propio consejo. Los grandes eruditos no servían, porque ellos solían acudir a él para consultarle sus problemas. Tenía que haber alguien en algún sitio la vida es amplia.
Así que comenzó una búsqueda secreta para encontrar a alguien que pudiese ayudarle. Los sabios ordinarios no servían, porque ellos solían pedir su propio consejo. Los grandes eruditos no servían, porque ellos solían acudir a él para consultarle sus problemas. Tenía que haber alguien en algún sitio la vida es amplia.
Así que lo intentó; comenzó una
búsqueda secreta. Envió a sus discípulos para que encontrasen a
alguien que pudiese ayudarle, y volvieron con la información de
que había un hombre cuyo nombre nadie sabía; se le conocía como
"el viejo". Lao Tse significa "el viejo". Lao Tse
no es su nombre, nadie sabe su nombre. Es un desconocido tal que
nadie sabe cuándo nació. Nadie sabe quién fue su padre ni su
madre. Había vivido durante noventa años, pero sólo los seres
humanos más excepcionales se cruzaron con él, los muy
excepcionales; los que tenían ojos y perspectivas diferentes
con los cuales comprenderle. Sólo existía para los más
excepcionales. Un hombre tan ordinario, pero que sólo existía
para las mentes más excepcionales.
Al oír las noticias de que existía
un hombre al que llamaban "el viejo", Confucio fue a verle.
Cuando estuvo ante Lao Tse pudo sentir que estaba ante un hombre de
gran entendimiento, de gran integridad intelectual, de gran
perspectiva lógica, un genio. Pudo sentir que había algo, pero no
pudo precisar qué. Parecía que había algo, vagamente,
misteriosamente; este hombre no era un hombre ordinario. Había
algo oculto. Llevaba un tesoro.
Confucio preguntó "¿Qué
opinas sobre la moral? ¿Cómo cultivar un buen carácter?".
Confucio era un moralista y pensaba que cultivar un buen
carácter era el logro más elevado.
"La cuestión de la inmoralidad sólo surge si eres
inmoral. Y sólo cuando no tienes carácter piensas en el
carácter. Un hombre con carácter se olvida totalmente del hecho de
que existe algo como el carácter. Y un hombre moral no sabe lo que
significa la palabra "moral”. ¡Así que no seas tonto! Y no
intentes cultivarte. Simplemente sé natural”.
Y este hombre tenía una energía
tan tremenda que Confucio empezó a temblar. Se asustó de la
forma en que uno se asusta ante un abismo. No pudo soportarlo, y
escapó. Cuando volvió con sus discípulos, que le esperaban fuera
bajo un árbol, éstos no pudieron creerlo. Este hombre había estado
con emperadores, los más grandes emperadores, y nunca le habían
visto ni un ápice de nerviosismo.
Y ahora estaba temblando, sudor frío
brotaba de todo su cuerpo. No podían creerlo; ¿qué había
sucedido? ¿qué había hecho este Lao Tse a su maestro? Le
preguntaron y él dijo: "Esperad un poco. Dejad que me
tranquilice. Este hombre es peligroso".
Y luego les dijo sobre Lao Tse:
"Conozco grandes animales como los elefantes, y sé cómo
caminan. Y he oído de animales ocultos en el mar, y sé cómo nadan.
Y conozco grandes pájaros que vuelan miles de millas por encima de
la tierra, y sé cómo vuelan. Pero este hombre es un dragón. Nadie
sabe cómo camina. Nadie sabe cómo vive. Nadie sabe cómo
vuela. Nunca os acerquéis a él es como un abismo. Es como la
muerte".
Y esa es la definición de un
maestro: un maestro es como la muerte. Si te acercas a él, si te
acercas demasiado, te asustarás, te sacudirá un temblor. Serás
poseído por un miedo desconocido, como si te fueras a morir. Se
dice que Confucio nunca regresó a ver a ese anciano.
Lao Tse era ordinario en cierta
forma. Y en otra forma, era el hombre más extraordinario. No era
extraordinario al estilo de Buda, era extraordinario de una forma
totalmente diferente. Su forma de ser extraordinario no era tan obvia
-era un tesoro oculto. No era milagroso como Krishna, no hizo ningún
milagro, pero todo su ser era un milagro la forma en la
que caminaba, su aspecto, su forma de ser. Todo su ser era un
milagro.
No era triste como Jesús; podía
reír, podía reír desde el vientre. Se dice que nació riéndose.
Los niños nacen llorando, gimiendo, pero él se dice que nació
riéndose, y yo siento que debe ser verdad. Un hombre como Lao Tse
debe haber nacido riéndose, no es triste como Jesús puede
reír, reír tremendamente. Pero en lo profundo de su risa hay
tristeza, compasión tristeza por ti, por toda la existencia.
Su risa no es superficial, Zaratustra se ríe, pero su risa es
diferente, no hay tristeza en ella. Lao Tse es triste como Jesús y
no es triste como Jesús; Lao Tse se ríe como Zaratustra y no se ríe
como Zaratustra, su tristeza conlleva risa y su risa conlleva
tristeza. El es el encuentro de los Opuestos. Es una armonía, una
sinfonía.
Osho "Tao. Los Tres Tesoros"
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