Dilgo Khyentse Rinpoche
Los pensamientos confusos no pueden afectar la conciencia pura no más que una espada puede
penetrar el cielo.
Lady Peldarbum le preguntó a su maestro, Jetsun Milarepa:
Cuando medito sobre el océano, mi mente está
muy cómoda.
Cuando medito sobre las olas, mi mente está perturbada.
Enséñame a meditar sobre las olas!
El gran yogui respondió:
Las olas son el movimiento del océano.
Déjalas desvanecerse por sí mismas en su inmensidad.
Los pensamientos son el juego de la
conciencia pura desplegándose. Surgen dentro de
ella, y se disuelven de
nuevo en ella. Para
reconocer la conciencia pura como el
lugar de donde vienen tus pensamientos es reconocer que tus pensamientos nunca han llegado
a existir, ni han permanecido ni cesado. En ese punto,
los pensamientos ya no pueden perturbar tu mente.
Cuando corres detrás de tus pensamientos, eres como un perro persiguiendo
a un palo. Cada vez que se le lanza un palo, corre tras él. Pero si, en cambio, te fijas de dónde están viniendo tus pensamientos, verás que cada pensamiento surge y se disuelve en el espacio de esa conciencia sin engendrar otros pensamientos. Sé como un león que, en lugar de correr tras el palo, se vuelve hacia el que lo lanzó. Sólo puedes lanzarle un palo a un león una sola
vez.
Para conquistar la fortaleza increada de la Naturaleza de la Mente, tienes que ir a la fuente y reconocer el origen mismo de tus pensamientos. De lo contrario, un pensamiento dará lugar a un segundo, luego a un tercero, y así sucesivamente. En muy poco tiempo, te encontrarás asaltado por los recuerdos del pasado y la anticipación del futuro, y la conciencia pura del momento
presente estará oscurecida por completo.
Si reconoces la vacuidad de tus pensamientos en vez de
solidificarlos, el surgimiento y la cesación de cada pensamiento aclarará y fortalecerá tu comprensión de la
vacuidad.
Fuente: Meditación Perú
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