Poner al ser humano en resonancia musical con el Universo
En épocas más recientes, después del año 1950, el Dr. Alfred Tomatis, otorrinaringologo y psicólogo estudio el efecto terapéutico de la música y descubrió concretamente el efecto de la música de Mozart, y dice el Dr. Tomatis en su libro ¿Por qué Mozart? :
Hay en sus ritmos y en sus secuencias una sensación de libertad y rectitud que nos permite respirar y pensar con facilidad.
Nos transmite algo especial que pone en evidencia nuestro potencial creativo y nos hace sentir como si fuéramos los propios autores de lo que escuchamos. Nos hace creer que la frase musical se desarrolla de la única manera como podría desarrollarse.
Nos transmite algo especial que pone en evidencia nuestro potencial creativo y nos hace sentir como si fuéramos los propios autores de lo que escuchamos. Nos hace creer que la frase musical se desarrolla de la única manera como podría desarrollarse.
En sus obras reina un sentimiento de seguridad permanente. No hay momentos insólitos. Todo esta perfectamente ligado. El pensamiento se desarrolla sin choques ni sorpresas. Mozart se vuelve así accesible a todos y jamás nos cansamos de escucharlo.
Sentimos constantemente una felicidad y un sentimiento de perfección que no se encuentra en ningún otro compositor, por mas alegre que este sea. Mozart nos lleva a otro universo, nos hace resonar a través de nuestras fibras mas sensibles. Gracias a su música podemos vibrar con nosotros mismos, tomar conciencia de nuestro ser. Mozart con su música nos conduce a un lugar donde comenzamos a ser nosotros mismos… Su ritmo es el del universo; su virtuosismo instrumental : el cuerpo humano.
Mozart tradujo los ritmos eternos a su manera y a la nuestra. Supo adaptarlos a nuestras propias neuronas. Su instrumento no fue ni el piano ni el violín sino el hombre mismo. Supo ponerlo en resonancia musical con el universo. Y este es el milagro de Mozart : colocar al ser humano al unísono con la armonía universal.
El universo esta lleno de ritmos. Todo tiene su ciclo, todo es periódico: los años, las estaciones fluviales, el día y la noche, las distancias interplanetarias, los ciclos de vida, el pulso cardiaco, la respiración, el movimiento infinitesimal de la materia, en fin… Todo es música para quien sabe percibir las cadencias y discernir las combinaciones, para quien sabe descubrir los ritmos vitales en su multiplicidad y transcribirlos de manera que sean accesibles.
Mozart logra despertar todos los ritmos fundamentales inherentes a cada uno. En estas condiciones los ritmos respiratorios y cardiacos se instalan con toda libertad. La música de Mozart deja emerger en cada uno de nosotros el ritmo resultante de nuestras propias vibraciones de base… “Yo no conozco otro más que Mozart para alcanzar este nivel”, dice Alfred Tomatis.
Y lo comprobó clínica y estadísticamente, sanando a mas de 100.000 pacientes con la música de este compositor. Además realizó experiencias sorprendentes en un monasterio en Bretania con vacas que escuchando sinfonías de Mozart aumentaron notablemente su producción de leche. En Munich realizó experimentos con niños desahuciados llegando a normalizar signos vitales con música de Mozart, sonidos fetales y la voz materna. Otras experiencias similares se hicieron con vegetales, en Canadá, donde constataron mejoras en el crecimiento y en la “tonicidad” de las plantas.
Pero mas allá de todo, Mozart tocó el cuerpo humano como nadie jamas lo ha hecho. Su música hace vibrar y fluir el propio canto de cada ser humano. Pone en resonancia el potencial de quien lo escucha. En Mozart nos reencontramos todos.
Fuente: Masa Crítica
No hay comentarios:
Publicar un comentario