DAR, CON CORAZÓN GENEROSO




"La bondad crea la sensación de calor y receptividad que nos permite comunicarnos fácilmente con otras personas. Descubrimos que todos los seres humanos son como nosotros, de forma que podemos relacionarnos con ellos con mayor facilidad". XIV Dalai Lama.


"Por supuesto, ser generoso es arriesgado, uno cruza una linea en la que no hay vuelta atrás... La generosidad toca lo más recóndito de nuestro ser"Piero Ferrucci.




La práctica de dar con el corazón generoso es una acción universal que está presente en todas las culturas y tradiciones humanas. En la tradición de sabiduría del Budismo, esta actitud de dar con el corazón abierto se la denomina Fuse (Término Japonés que a su vez deriva del sánscrito Dana). Fuse quiere decir dar o cultivar de manera desinteresada, sin buscar beneficio personal y en pos de alcanzar el alivio del sufrimiento y el bienestar de todos los seres. 

Cultivar el dar o fuse implica el compromiso de no guiarse exclusivamente por intereses egoístas, sino más bien actuar con el firme propósito de buscar que todos los seres alcancen un mayor bienestar, cultivando la intención y acción justa para promover la paz y la alegría. Dar, en un sentido profundo, es una manera de hacer cualquier cosa, estemos solos o acompañados: es una actitud que impregna nuestro modo de estar en el mundo. 

Fuse significa no codiciar o al menos observar nuestra codicia (muy humana, por lo demás) y no dejarse arrastrar por ella. Incluso sólo ser capaces de observar con atención la codica y no reaccionar puede ser ya un acto tremendamente generoso. 

Fuse no es tanto algo que se deba aprender, siguiendo una serie de normas o enseñanzas externas, sino más bien es una actitud que todos ya tenemos y que es posible ir cultivando, dándole el espacio necesario y generando las condiciones para que se manifieste. 
Ya poseemos una bondad natural que es posible ir develando poco a poco. 

 Lo que hoy somos es el resultado de la acción bondadosa y desinteresada de otros, del amor y la comprensión de quienes nos rodearon y nos brindaron afecto, siendo el amor incondicional de una madre o padre en los primeros años de vida un ejemplo claro de esto. 

Finalmente, fuse parte también del reconocimiento de que en esta vida no tenemos nada definitivo ni asegurado. Los bienes materiales, la salud, las relaciones... todo es un regalo que nos es dado por un tiempo limitado y en un sentido último no nos pertenece. Desde esta toma de conciencia surge naturalmente el valor de compartir, buscando darle el mejor uso que podamos a los recursos que disponemos. El compartir se vuelve así en una acción que enriquece la propia vida.

En la práctica, cada persona puede encontrar una infinidad de maneras de practicar su generosidad. Para algunos puede traducirse en compartir tiempo con algunos seres queridos o con los desconocidos; para otros puede implicar ponerse al servicio de los demás; otros podrán compartir parte de sus recursos materiales con quienes lo necesiten; y también están quienes puedan practicar la generosidad siendo más amables consigo mismos.

Sin que se transforme en una nueva tarea o deber, puedes practicar el estar atenta o atento a las oportunidades que tengas para cultivar tu espíritu generoso. Sin tener que realizar grandes acciones o incluso sin decírselo a nadie, puedes cultivar el abrir tu corazón y practicar el dar. 
También puedes aprovechar para hacerlo con atención plena, observando lo que ocurre a tu alrededor y principalmente observando los efectos que surgen en ti mismo en esta práctica de dar.

Artículo completo en redmindfulness


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