"No hay sufrimiento, ni origen, ni cesación, ni camino; no hay cognición, ni logro, ni no-logro. Por lo tanto, ¡Oh! Sariputta, el Bodhisattva, a causa de su estado de no persecución de logros, y habiéndose confiado a la perfección de la sabiduría, vive sin pensamientos que lo envuelvan.
Al no estar envuelto en pensamientos, nada le hace temblar, y, superando toda preocupación, alcanza al fin el Nirvana". Sutra del corazón.
No hay pasado ni futuro, sino que todo es ahora. Nuestra capacidad de amar a todos los seres es ahora, la liberación del sufrimiento es ahora, nuestra naturaleza divina o búdica es ahora, la felicidad es ahora. ¿Cuándo si no?
Todo en nosotros está perfecto así como está, en este mismo momento. No necesitamos ser diferentes, no necesitamos cambiar, no hay nadie que nos lleve la delantera, no hay nadie que vaya más atrás. Pero, al mismo tiempo, caminamos, nos transformamos, aprendemos, hacemos, construimos, soñamos con un mundo mejor y tenemos la posibilidad de hacer todo lo que esté a nuestro alcance para contribuir a ello.
Se crea un lindo equilibrio cuando aceptamos quienes somos tal como somos en este momento, pues esta aceptación es la que nos da la fuerza auténtica desde la cual caminar, crecer, transformarnos, aprender y, paradójicamente, lograr aquello que más profunda y noblemente deseamos lograr. No es desde la sensación de que "tengo que seguir un camino para no quedarme atrás, para no desaprovechar el tiempo, para llegar a alguna parte, para ser mejor de lo que soy, para que mi presencia en este mundo no sea un desperdicio". Tampoco es necesario hacerlo desde el "tengo que demostrarle al mundo entero lo increíble que soy, lo bien que hago las cosas, lo sacro e iluminado que se vuelve todo lo que toco". Sin duda que ambas posiciones tienen una fuerza que nos impulsa a caminar un determinado recorrido, pero hay otra postura que tiene mucha más fuerza, que es la postura de la confianza en el hecho de que el camino es inevitable, que nuestra vida está invitada en cada momento a la transformación y a la evolución y que independientemente de lo que hagamos o dejemos de hacer, el camino está ahí, siempre.
Así como no hace falta hacer el esfuerzo de respirar para respirar, no hace falta que hagamos el esfuerzo de caminar para caminar, ni que analicemos ni nos convenzamos de ninguna cosa para que impulsemos la existencia de nuestro camino y su movimiento inevitable; así como practicamos el estar presentes con la respiración, lo único que necesitamos es acompañarnos en el proceso, es estar presentes, es darle espacio a la felicidad, al amor, a la transformación, y a todo lo que está aquí, simplemente para que esté aquí.
PRACTICANDO
Detente, respira, siente tu cuerpo, siente tu recorrido, tu camino, tu movimiento en este mismo instante, tal como es. Intenta sentir la perfección de este momento, el hecho de que todo lo que sucede, sucede independientemente del esfuerzo que hagas para que las cosas sean de una determinada forma o dejen de serlo. Amplía tu perspectiva y siente que todo lo que hay, en este momento, no existe únicamente por acción tuya, sino por una infinidad de sucesos interconectados que están más allá de ti -o de tu capacidad de hacer-. Valora el momento en el que estás y celebra el hecho de que tienes todo por hacer y por descubrir, al mismo tiempo que, en este mismo instante, está todo lo que necesitas para ser feliz.
Acompáñate a ti mismo, durante el día, con la misma actitud de aceptación, y no juicio, con la que acompañas el devenir de tu respiración cuando te sientas a meditar. Agradece esa fuerza misteriosa que, más allá de tu voluntad, impulsa cada inhalación y cada exhalación, recibiéndola como el más increíble milagro.
Extractado de Red Mind Fulness
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