Si yo fuera Dios... Te diría:
Deja ya de estar rezando y dándote golpes en el pecho! Lo que quiero que hagas es que salgas al mundo a disfrutar de tu vida.
Quiero que goces, que cantes, que te diviertas y que disfrutes de todo lo que he hecho para ti.
He
dejado las estrellas en el firmamento, las flores del campo, el
amanecer y el atardecer para que me veas, las aves cantoras, el murmullo
de la brisa, para que me oigas, he dejado los frutos y nada he querido
negarte para que siempre me recuerdes y sepas que te amo.
¡Deja ya de ir a esos templos lúgubres, obscuros y fríos que tú mismo construiste y que dices que son mi casa.
Mi
casa está en las montañas, en los bosques, los ríos, los lagos, las
playas. Ahí es en donde vivo y ahí expreso mi amor por ti, mi casa esta
en ti , en todo los hombres y mujeres, en todas las cosas que existen;
esa es mi casa.
Deja ya de culparme de tu vida miserable; yo
nunca te dije que había nada mal en ti o que eras un pecador, o que tu
sexualidad fuera algo malo. Eres tu mismo que te has encadenado a ti
mismo, a tus vibraciones negativas; te has encadenado a la envidia, al
egoísmo, al odio, a la vanidad, a los celos, a todo eso te has atado;
eres solo tu quien ha querido sufrir. Te he dejado un paraíso y tu lo
has querido convertir en lo que tu llamas infierno.
El sexo es
un regalo que te he dado y con el que puedes expresar tu amor, tu
éxtasis, tu alegría, todos esos falsos e inocentes ángeles vestidos de
negro o que usan otros atuendos que dicen que son cabeza de una
religión y dicen representarme en la tierra, ellos son los verdaderos
pecadores.
Has caso omiso a lo que ellos te dicen, porque nunca
podrías avergonzarte de lo que nunca me he avergonzado en darte y de lo
que te he puesto para que multipliques tu especie y puedas sentir los
placeres sanos que sientes. Así que no me culpes a mí por todo lo que
te han hecho creer.
Deja ya de estar leyendo supuestas
escrituras sagradas que nada tienen que ver conmigo. Si no puedes
leerme en un amanecer, en un paisaje, en la mirada de tus padres, en
los ojos de tus hijos o los del ser amado… ¡No me encontrarás en ningún
libro!
Olvídate de cualquier tipo de mandamientos, de cualquier
tipo de esas falsas leyes, que solo están hechas para beneficiar a un
hombre o a un grupo de hombres; esas son artimañas para manipularte,
para controlarte, que sólo crean culpa en ti.
Esta vida no es
una prueba, ni un escalón, ni un paso en el camino, ni un ensayo, ni un
preludio hacia el paraíso. Esta vida es lo único que hay aquí y ahora y
lo único que necesitas. Te he hecho absolutamente libre, no hay
premios ni castigos, no hay pecados ni virtudes, nadie lleva un
marcador, nadie lleva un registro.
Eres absolutamente libre para
crear en tu vida un cielo o un infierno. No te podría decir si hay
algo después de esta vida, pero te puedo dar un consejo. Vive como si
no lo hubiera. Como si esta fuera tu única oportunidad de disfrutar, de
amar, de existir.
Deja de creer en mí; creer es suponer,
adivinar, imaginar. Yo no quiero que creas en mí, quiero que me sientas
en ti. Quiero que me sientas en ti cuando besas a tu ser amado, cuando
logras ver los ojos de tus hijos, Cuando me ves en la sonrisa de tus
padres.
Deja de alabarme, ¿Qué clase de Dios ególatra crees que soy?
Me aburre que me alaben, me harta que me agradezcan. ¿Te sientes
agradecido? Demuéstralo cuidando de ti, de tu salud, de tus relaciones,
del mundo. Que el mundo sea testigo también de tu obra porque soy en ti
también Dios, ese Dios de tus corazones.
No me busques afuera, no me encontrarás.
Búscame dentro... ahí estoy, latiendo en ti.
B. Spinoza
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