Nuestros pensamientos, que son el conocimiento imaginario que tenemos de otras cosas que nosotros mismos, son como las olas siempre incansables en la superficie del océano. Cuanto más cerca estamos de la superficie de la mente, tanto más zarandeados seremos por el movimiento de nuestros pensamientos.
Sin embargo, en lugar de flotar cerca de la superficie, si nos sumergimos, zambullimos o penetramos profundamente dentro de nuestro ser, nos aproximaremos crecientemente al núcleo y esencia absoluto del mismo, que es enteramente libre de todos esos movimientos.
Cuanto más profundo nos sumerjamos en nuestro ser, tanto menos afectados seremos por el movimiento de ningún pensamiento.
Solo penetrando repetida y persistentemente así en la profundidad de nuestra «soy»-dad —nuestro ser auto-consciente esencial— seremos capaces eventualmente de alcanzar su profundidad más íntima o núcleo absoluto, que es él mismo la «perla del sí mismo», el estado perfecto de auto-conocimiento verdadero e infinitamente claro, que nosotros estamos buscando obtener.
Michael James La Felicidad y El Arte de Ser
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