Deja un tiempo para reflexionar sobre lo que sientes que sabes. Lo que sabes de ti, lo que sabes de los demás y lo que sabes del mundo. Tomando en cuenta que todo lo que percibes no es más que lo que percibes desde tu limitada perspectiva, revisa qué certezas pueden estar imponiendo límites innecesarios a tu libertad, entendiendo “libertad”, no como hacer lo que se te venga en gana, sino como la posibilidad de desplegar al máximo tu potencial como ser humano.
Observa qué es lo que ha alimentado esas creencias que ahora son innecesarias. Es importante acercarse con respeto hacia ellas, ya que probablemente esas creencias cumplieron una función importante en tu vida, tal vez dándote una solidez indispensable para atravesar tiempos difíciles. Reconociendo su valor, pregúntate con respeto “¿Y si a lo mejor esto no fuese así?”.
Quédate en la sensación de no tener una respuesta, de no saber, por el tiempo que sea necesario, evitando encontrar respuestas rápidas. Con curiosidad ve qué emerge. Deriva en estado de alerta.
También pon atención a las situaciones donde te sientes con la presión de saber o de aparentar que sabes, y practica responder “no sé”, cuando realmente no sepas. Ve las reacciones en tu cuerpo, y observa las reacciones de los demás. Aprecia los espacios nuevos que se pueden crear desde la posibilidad de no saber.
Incluye en tu meditación sentada o caminando la actitud de no saber. Es común que la práctica de meditación se asiente en un saber mecánico de lo que se está haciendo, acabando por juzgar la meditación como “buena” si se disfruta de paz mental o “mala” si hay agitación mental. Acércate a la meditación como tu espacio completamente incondicionado y subjetivo, donde estás simplemente por estar, honrando tu vida en el momento presente.
Relájate en el no saber.
Fuente: Red Mindefulness
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