DETENTE

 

Cuando te detienes para hacer un alto, el cuerpo y la mente se unifican y vuelven al presente. Solo podrás recuperar el sosiego y la concentración y vivir plenamente la vida si te detienes. Al estar sentado en quietud, detener las actividades del cuerpo y la mente y dejar que se haga el silencio en ti, tu estabilidad y concentración aumentan, y tu mente experimenta una gran claridad. Solo así podrás ser consciente de lo que está ocurriendo dentro y fuera de ti.

 Para empezar, deja de pasarte la vida yendo a toda prisa de un lado a otro. Cuando el cuerpo está en reposo, cuando no necesitas prestar atención a ninguna otra actividad aparte de respirar, a tu mente le es mucho más fácil dejar también el hábito de ir de aquí para allá llevada por los pensamientos. Lo lograrás a base de práctica, ya que requiere su tiempo.

 En cuanto aprendas a detener la mente cuando tu cuerpo esté en quietud, también podrás detenerla aunque tu cuerpo se esté moviendo. Al concentrarte en cómo tu respiración se combina con los movimientos físicos de tus actividades diarias, podrás ser plenamente consciente en la vida en lugar de vivir en un estado de despiste.

 Como cualquier otra cosa en el mundo, tus pensamientos son impermanentes. Si no te aferras a ellos, surgirán, se quedarán unos momentos, y luego desaparecerán. Aferrarte a los pensamientos y cobijar deseos por cosas como la riqueza, la fama o los placeres sensuales te producirá apetencias y apegos que te llevarán por senderos peligrosos y te harán sufrir a ti y a los demás. Advertir los pensamientos y los deseos, dejando que lleguen y se vayan, te da el espacio para alimentarte por dentro y conectar con tus aspiraciones más profundas 

Thich Nhat Hanh en Silencio

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