Un día, Alejandra caminaba con su padre, cuando éste se detuvo en una curva del camino, en aptitud de escucha. Después de un breve silencio, le preguntó:
La niña, aguzando sus oídos, después de unos segundos, respondió:
- Papá, estoy oyendo el ruido de una carreta que se acerca.
- Muy bien. Tienes razón, se está acercando una carreta vacía.
Alejandra, asombrada, preguntó a su padre:
- ¿Cómo sabes que es una carreta vacía, si aún no la has visto?
- Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por el ruido que hace. Cuanto más vacía está, mayor es su ruido.
Pasados los años, Alejandra se convirtió en adulta y, siempre que veía una persona interrumpiendo una conversación y hablando demasiado de sí misma, de forma inoportuna o violenta, o presumiendo de lo que poseía, tenía la impresión de oír la voz de su padre diciendo:
"Cuanto más vacía está la carreta, mayor es el ruido que hace".
Fuente: Los cuentos que yo cuento
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