ILUMINAR EL CAMINO




Hace cientos de años, había un hombre, en una ciudad del lejano Oriente, que, una noche tenebrosa, caminaba por las oscuras calles, llevando una lámpara de aceite encendida. 


Toda la ciudad, carente de alumbrado, era muy oscura en noches sin luna como aquella. 

El hombre de la lampara se encontró con un amigo. El amigo, sorprendido al reconocerlo, le preguntó: 

- ¿Que haces tú alumbrándote con esa lámpara ?

- No me estoy alumbrando,  ya que, como bien sabes, soy ciego de nacimiento. Yo he desarrollado otra forma de orientarme desde la sombra en la que vivo habitualmente. Pero cuido de que no se me apague esta lámpara, porque sé la importancia que tiene para vosotros. 
Cuando siento que la noche es tan oscura como ésta, repongo el aceite, enciendo su fuego y salgo a recorrer estas calles, que tengo el privilegio de conocer tan bien, para poder iluminar el camino de quienes necesitáis luz para caminar.



(cuento de autor desconocido, modificado)

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