LA LAMPARA DEL CIEGO





Había una vez un ciego que, al despedirse de su amigo, recibió un regalo.


- ¿Qué me das?... ¿Una lámpara ?. Gracias, amigo, pero yo no la necesito.
A ti te puede ser más útil. Para mi no existe diferencia alguna entre luz y oscuridad. 
 

- Ya lo sé. No es para ver, amigo. Es para que los demás te vean, en la oscuridad, y no tropiecen contigo.

-¡ Ah!. Entiendo. Perdóname. 

 

Se despidió, con un fuerte abrazo de agradecimiento. De regreso a casa, iba caminando, en la oscuridad de la noche, cuando chocó con otra persona.

-¡Huy!
...
 

-¡Hay! ...

-¡¿Pero no ha visto mi lámpara...?!
- Gritó, muy enfadado-.



-¡Perdone!  Su lámpara estaba apagada.










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