Hay verdades evidentes que no necesitan ninguna demostración. Pero porque son evidentes escapan a nuestra atención. Por ejemplo, nadie negará la importancia de estar vivo. Nosotros queremos estar vivos, y sin embargo olvidamos respirar, tenemos miedo de movernos, y somos renuentes a sentir. Otra verdad evidente es que la personalidad se expresa a través del cuerpo tanto como a través de la mente. Un individuo no puede ser dividido en una mente y un cuerpo. Sin embargo nuestros estudios de la personalidad se han concentrado sobre todo en la mente abandonando relativamente el cuerpo.
El cuerpo de una persona nos dice mucho sobre su personalidad. Su postura, la mirada de sus ojos, la actitud de su mandíbula, el porte de su cabeza, la posición de sus hombros son sólo unos cuantos indicios del carácter a los que nosotros inconscientemente reaccionamos. Hay otras características como la calidad de un apretón de manos, el tono de la voz, y la espontaneidad de gesto que nos impresionan inmediatamente. Ya que estas expresiones corporales identifican a una persona, también pueden usarse en el diagnóstico de los trastornos de personalidad.
Los principios y práctica del Análisis Bioenergético se basan en el concepto de una identidad funcional entre la mente y cuerpo. Esto significa que un cambio en la personalidad está condicionado a un cambio en las funciones del cuerpo. Las dos funciones que son más importantes a este respecto son la respiración y el movimiento. En la persona emocionalmente enferma estas dos funciones están perturbadas por tensiones crónicas musculares. Estas tensiones son la contrapartida fisiológica de conflictos psicológicos. A través de estas tensiones, los conflictos se estructuran en el cuerpo como una restricción de la respiración y una limitación de la motilidad. Sólo soltando estas tensiones, y resolviéndose los conflictos, puede haber allí una mejora significativa en la personalidad.
Respiración y movimiento determinan el sentimiento. Un organismo sólo siente el movimiento de su cuerpo. En ausencia de movimiento no hay sentimiento. Por ejemplo, cuando un brazo se inmoviliza, se adormece y la persona pierde el sentimiento de su brazo. Uno tiene que restaurar su motilidad para recuperar el sentimiento. La profundidad de la respiración afecta a la intensidad del sentir. Reteniendo la respiración, el sentimiento puede reducirse o amortiguarse. Así como las emociones fuertes estimulan respiración, la activación de la respiración, evoca los sentimientos suprimidos. La muerte es una parada de la respiración, una cesación de movimiento y una pérdida de todo sentimiento. Estar totalmente vivo es respirar profundamente, moverse libremente y sentirse plenamente. Estas verdades evidentes no pueden ignorarse si nosotros valoramos la vida.
La importancia de respirar apropiadamente para la salud emocional y física es ignorada por la mayoría de los médicos y terapeutas. Nosotros sabemos que la respiración es necesaria para la vida, que el oxígeno proporciona la energía para mover el organismo, pero no comprendemos que la respiración inadecuada reduce la vitalidad del organismo. Las quejas corrientes de cansancio y agotamiento generalmente no se atribuyen a una respiración pobre. Sin embargo la depresión y fatiga son resultados directas de una respiración deprimida. La combustión metabólica es pobre en la ausencia de oxígeno suficiente como un fuego con poco tiro. En lugar de brillar con la vida, el “respirador pobre” está frío, embotado e inanimado. Le falta el calor y energía. Su circulación está directamente afectada por la falta de oxígeno. En los casos crónicos de respiración pobre, las arteriolas se estrechan y los valores de glóbulos rojos en la sangre disminuyen.
La mayoría de las personas son “malos respiradores”. Su respiración es poco profunda y tienen una tendencia fuerte a retener su respiración en cualquier situación de tensión. Incluso en situaciones de estrés tan sencillas como manejar un automóvil, teclear una carta, o al esperar una entrevista, las personas tienden a limitar su respiración. El resultado es aumentar su tensión. Cuando a las personas se les hace conscientes de su respiración, comprenden qué a menudo retienen su respiración y cuánto la inhiben.
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