La mente es una gran incomprendida.
Por alguna extraña razón, hemos acabado pensando que la mente es el origen de todos nuestros males, y la tratamos casi como a un enemigo. Creemos que debemos hacerla callar para poder estar bien.
Sin embargo, la verdad es que nuestra pobre mente no tiene la culpa de nuestros problemas. La mente es una herramienta que realiza una función maravillosa en nuestra vida. Lo que pasa es que no tenemos clara cuál es esta función, e intentamos usarla para tareas que no son las que le corresponden por naturaleza.
Imagínate que tienes un coche de carreras y que lo utilizas para ir por la montaña. El viaje no seria muy agradable, ¿verdad? Pues esto es lo que hacemos con la mente.
¿Qué Es la Mente Exactamente?
Una posible manera de definir la mente es decir que es una herramienta creativa. La mente es una máquina creadora. Sirve para crear cosas. Esta es su función.
Básicamente, la mente crea pensamientos. Estos pensamientos son la semilla de la realidad que nos rodea, de manera que, en el fondo, la mente crea la realidad.
Fíjate bien en que todo lo que has hecho en tu vida ha existido primero en forma de pensamiento: antes de tener hijos, primero pensaste en ello; si construyes un objeto, primero piensas en cómo será; si pones en marcha un proyecto, primero lo diseñas con tu mente, etc. En última instancia, todo lo que existe en el mundo físico existió primero en forma mental.
Así que, ¿qué es la mente? Es la herramienta que crea la realidad. Esta es su función: crear. Su única función.
Qué NO Es la Mente
He subrayado que crear es la única función de la mente porque este punto es muy importante: la mente no sirve para hacer nada que no sea crear. De hecho, no sabe hacer ninguna otra cosa.
Lo que pasa es que a nosotros se nos ha metido en la cabeza que la mente sirve para analizar la realidad, y la intentamos usar para esto. Y aquí empiezan nuestros problemas.
En cambio, cuando creamos, la información va desde dentro hacia fuera. Crear implica que lo que tenemos en nuestro interior sale al exterior. Así:
Viendo estas dos imágenes, se ve claro que analizar y crear son actividades opuestas.
Pues bien, la mente sirve para crear, no para analizar. La mente no capta información del exterior para procesarla, la mente lo que hace es crear pensamientos y proyectarlos al exterior.
La mente nunca ha analizado nada, ni nunca lo hará.
Es posible que esta afirmación te sorprenda un poco, así que quizás es buena idea poner un ejemplo para verlo más claro. Imagínate que vas por la calle, ves una flor y piensas: “esta flor es una rosa”. A primera vista, puede parecer que has utilizado tu mente para analizar la realidad, pero si te fijas en lo que ha pasado a cámara lenta, verás que no es así. Lo que ha pasado es que ibas por la calle, y tu conciencia ha percibido una flor. Es tu conciencia la que percibe la realidad, no la mente. Mientras simplemente observas la flor, la mente no juega ningún papel.
Pero en un determinado momento sientes la necesidad de describir la flor, y entonces creas un pensamiento: “esta flor es una rosa”. Y aquí sí que entra en juego la mente. La mente es la que crea el pensamiento.
Fíjate bien que la mente no analiza ni percibe nada en ningún momento. Es tu conciencia la que se encarga de esta parte. Lo único que hace la mente es crear un pensamiento para permitirte expresar tu impulso de describir la flor.
La Mente No Sirve para Tomar Decisiones
El hecho de que la mente no tenga ninguna capacidad de percibir la realidad significa que no sirve para tomar decisiones. La mente no puede tomar decisiones por mucho que lo intente porque no tiene las capacidades para hacerlo.
Seguro que esto lo has comprobado mil veces en tu vida. Tienes una duda e intentas analizarla con tu mente: te preguntas qué es lo mejor, haces una lista de pros y contras… ¿Y qué pasa cuando haces esto? Que la duda no solo no se resuelve, sino que se va haciendo cada vez más grande.
¿Sabes qué pasa cuando le preguntas a tu mente si una cosa es buena para ti? Que te busca mil razones para justificar que sí. ¿Y sabes lo que pasa cuando le preguntas si la misma cosa es mala? Que vuelve a hacer lo mismo: buscar motivos para decir que sí otra vez.
Y no lo hace porque quiera confundirte, sino porque este es su trabajo. La función de la mente es crear pensamientos que respondan a tus deseos y órdenes, así que si le pides razones para hacer una cosa, ella las creará para ti. Y si le pides razones para no hacerla, hará lo mismo.
En realidad, la mente es un sirviente muy fiel: crea para nosotros cualquier cosa que le pidamos. Así que no le pidas razones para hacer o no hacer las cosas, porque te las dará, y entonces estarás más confundido que al principio.
Cómo Utilizar la Mente Correctamente
Si la mente no sirve para decidir qué hacer, la pregunta es: ¿cómo tomamos las decisiones? Pues con otra parte de nosotros que también es muy importante, y que tiene una función complementaria a la de la mente: los sentimientos.
Los sentimientos son los encargados de saber si una cosa es buena para nosotros o no. Ellos saben perfectamente lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer. Este es su trabajo.
Si le preguntas a tus sentimientos qué hacer en una determinada situación, no harán lo mismo que hace la mente. No empezarán a divagar, dándote razones válidas para cada posible camino. Los sentimientos lo tienen clarísimo: el camino es este. Y punto.
De esta manera, los sentimientos y la mente forman un equipo perfecto: los sentimientos deciden lo que hay que hacer, y la mente lo hace.
Así que la manera correcta de usar tu mente es utilizarla para crear la vida que deseas. A la mente tienes que decirle “créame tal cosa”, y ella lo hará.
Pídele lo que quieres, y ella buscará la manera de hacerlo realidad. Pero no le preguntes qué hacer, porque no tiene la más mínima idea.
Y no es su trabajo saberlo. Saber qué hacer es el trabajo de los sentimientos.
Y escuchar a los sentimientos es TU trabajo.
Fuente: Jan Anguita
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