Últimamente se ha destacado un conflicto principal que percibo, y es: los desequilibrios de los flujos de energía en las relaciones, a los que conocemos como dar y recibir. Eso es lo que todo el mundo hace en una relación: dar a los demás y recibir.
Pero eso no es lo que sucede siempre. A veces alguien da más y otra persona recibe y no da nada a cambio. Cómo diferenciamos entre recibir y dar, cuándo es el momento dejar de dar y cómo recibimos de los demás, es parte hoy de la nueva dinámica de las relaciones.
El flujo de energía en cualquier relación debe ser equilibrado. Eso no quiere decir que todos entreguen la misma cantidad todo el tiempo, significa que hay un equilibrio en el flujo de energía de entrada y salida, que son equivalentes (noten que no utilizo la palabra ‘igual’). Que nadie siente que se aprovechan de él, o que está dando más de lo que debía o quisiera : todos participan y sienten que hay un intercambio de energía.
Utilizo el término ‘equivalente’ y no igual porque en cualquier relación, damos más en aquellas áreas en las que tenemos mayor talento o nos sentimos más fuertes. Por ejemplo la persona que es buena cocinando, probablemente cocinará más que otra que no cocina para nada. O la que disfruta trabajando en el jardín hará más jardinería. La que sea ‘fanática a la limpieza’ hará más limpieza que otra que no es tan ordenada. Pero tenemos problemas cuando le damos a alguien que es un ‘tomador’ y no un receptor.
El receptor es alguien que devuelve cantidades equivalentes de energías al dador y así el flujo de energía se mantiene equilibrado. Un tomador no devuelve energía al dador por diversas razones –no puede, no quiere, no cree poder, o no sabe cómo (generalmente es una combinación de razones). Cuando confrontamos a un tomador, nuestra primera reacción es darle más y más hasta que nos devuelva la energía. Pero eso no sucede, y seguirá tomando energía hasta que nosotros, frustrados, dejemos de dársela. Entonces encontrará otro dador. No pueden convertir a un tomador en un receptor; esa es una elección que debe hacer por sí mismo e implica una profunda transformación que solo puede llevar a cabo un poder superior.
El problema no es solo del tomador, limitado por creencias de insuficiencia, de desmerecimiento, de no tener ningún poder y con problemas relacionados con autoestima y falta de méritos. El dador a menudo elije un tomador a quién darle porque el dador también tiene problemas con el recibir, no cree en el valor de lo que da y también tiene problemas de autoestima. Aunque los dadores describan al tomador como una aspiradora que lo chupa todo, piensen en lo que expulsa la aspiradora: polvo y suciedad. Los tomadores no devuelven porque piensan que no tienen nada que dar; son personas tristes, insatisfechas, y se sienten inferiores aunque aman la energía que ustedes les dan y la toman de buena gana.
Hay dos pasos en las relaciones equilibradas energéticamente, con flujos equivalentes (no necesariamente iguales) de entrada y salida. El primero es cultivar la propia capacidad de recibir. Ya sean un dador o un tomador, es la capacidad de recibir (en lugar de dar o tomar demasiado) la que crea los desequilibrios energéticos en sus relaciones. El segundo paso es cultivar la autoestima y la capacidad de merecimiento.
Son los conflictos relacionados con el merecimiento y la valía que les impiden ser un receptor, y estar dando constantemente a los demás, lo que crea los desequilibrios. Y hay conflictos de poder que operan porque la persona que siempre insiste en dar es el que controla la cantidad, la oportunidad, el flujo y la dirección de la energía en una relación. Ahora, hay algo en lo que se debe reflexionar cuando uno quiere recibir y dar: elegir compañeros que puedan dar y aprender a disfrutar el equilibrio de compartir en todas sus relaciones.
Finalmente, den con un corazón abierto y sin expectativas, pero equilibrando el dar con una apertura para recibir y se asegurarán de estar satisfechos y plenos.
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