La meditación es un espacio donde la vida se percibe desde una nueva dimensión.
Las sesiones de meditación que realizamos ayudan a descubrir como funciona la mente, desarrollando la conciencia. Esto permite vivir un contacto más íntimo con nuestras sensaciones corporales. De este modo, la mayor apertura hace que las experiencias cotidianas se disfruten más y que incrementemos, de forma natural, la calidad de nuestras actividades diarias.
La mayoría de nosotros somos unos perfectos ignorantes del funcionamiento de nuestra propia mente. Tendemos a vivir en la superficie de nuestra vida interior. Ignorando lo que pasa en los niveles más profundos del sentir que motivan y generan dichos pensamientos.
En nuestras sesiones, el enfoque no está en conseguir una paz que no tenemos o en controlar los pensamientos, sino en descubrir, por la exploración atenta, que nada nos falta para sentir la paz y felicidad que somos.
A partir de aquí la meditación se activa sirviendo como contexto donde el pensamiento, emoción y acción se alinean y empieza a dar frutos. De esta forma, el cuerpo y la mente alcanzan su máximo potencial. Cada vez aparecen menos pensamientos y los que aparecen son cada vez más funcionales y adaptados a la situación presente.
La meditación crea un espacio de conciencia donde podemos percibir, liberar y reintegrar la tensión física y mental. Esto nos hace menos propensos a la ansiedad y a los pensamientos negativos, no solo mientras meditamos, sino también en nuestras actividades diarias.
Nos aporta salud, bienestar y una mayor capacidad para afrontar los desafíos y tensiones de la vida con serenidad.
Los pensamientos y emociones dejan de dominarnos; podemos sentir tristeza o enfado, pero estas emociones se expresan y se desvanecen sin afectar nuestro equilibrio.
La meditación aumenta nuestra consciencia sobre los procesos de pensamiento y comportamiento, permitiéndonos observar sin quedarnos atados a ellos.
Las ideas dejan de preocuparnos o perturbarnos, y así, comenzamos a conocernos mejor a nosotros mismos.
Desarrollamos una nueva perspectiva desde la que percibimos el mundo y nos experimentamos a nosotros mismos, fomentando nuestro desarrollo espiritual y fortaleciendo nuestros sentimientos de compasión y amor hacia los demás.
Fuente: datelobueno
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