LAS FLORES

 


El capullo que luego florea tan bellamente en la mañana se marchita al terminar la tarde y asume una forma lastimosa. Así las flores nos enseñan que este mundo no tiene permanencia.

Por supuesto, la flor es hermosa. Debido a su hermosura y fragancia atrae a los insectos que llevan el polen que es esencial para formar las semillas futuras. Estas semillas darán nacimiento a nuevas flores, para gozo de nuestros ojos. Sin embargo, no hay nada que muestre tan claramente la impermanencia de este mundo.

Por consiguiente, al ver cómo, después de un breve tiempo, se marchitan las flores ofrecidas a Buda o dejadas en el cementerio, podemos comprender que nuestras vidas también desaparecerán algún día. De la comprensión de este hecho debería nacer la resolución de vivir el resto de nuestras vidas con más significado.

La flor del cerezo que parece caer después de un solo día, nos enseña que no sabemos lo que traerá el mañana. Nos enseña que, sin importar qué tan saludable esté una persona hoy, no podemos estar seguros de cómo se encontrará mañana.

En el día de su ordenación, Shinran Shōnin, fundador de la Secta Jōdo Shinshū, compuso un poema al Venerable Jien:

“El pensamiento de que habrá un mañana 
es tan poco de confiar 
como los capullos del cerezo; 
no tenemos la seguridad 
de que no habrá una tormenta esta noche.”

Del libro "108 Pensamientos budistas"



No hay comentarios:

Publicar un comentario